Es lógica la polémica que han desatado en España las declaraciones de Donald Trump en las que el nuevo presidente estadounidense parecía desconocer si nuestro país pertenece o no al grupo de países emergentes con hostilidad a occidente conocidos por el acrónimo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), grupo de países a los que Trump ya amenazó, hace meses, con aranceles del 100% a sus productos si persistían en la idea de crear una moneda internacional de reserva que compita con el dólar estadounidense. Y la polémica es lógica, no sólo porque no es creíble que un mandatario como Trump, que tan bien conoce y con tanta razón critica el escaso gasto e inversión que España dedica a Defensa, desconozca, sin embargo, que nuestro país pertenece a la UE y a la OTAN, sino también por lo alarmante que es que el mandatario estadounidense nos tome como un país hostil, hasta el punto de vincularnos con un grupo como el de los BRICS, al que han prometido también unirse compañeros de viaje tan indeseables como Egipto, Emiratos Árabes, Irán y, antes de la llegada al gobierno de Javier Milei, Argentina.
Por ello, la reacción del gobierno de Sánchez a las declaraciones de Trump no puede limitarse a lo dicho por su portavoz, Pilar Alegría: "Desconozco si esa afirmación realizada por Trump es una confusión o no, pero lo que sí puedo confirmar es que, evidentemente, España no es un Bric, no es un país emergente". Lo que le debe hacer el gobierno español es ser consciente y corregir la pésima imagen que nuestro país ofrece, como para, sin ser "evidentemente un BRICS", el presidente de EE UU —con real o fingida confusión— nos pueda tomar por uno de ellos. Y es que de lo que no cabe duda es que Trump conoce perfectamente las alianzas y complicidades del gobierno social/comunista con regímenes como los que imperan en Irán, Cuba o Venezuela. Sabe perfectamente de la condescendencia de nuestro Gobierno hasta con organizaciones terroristas como Hamas. Sabe de los insultos y calumnias ad hominem que representantes de nuestro gobierno le han dirigido, al que poco menos que presentan como un fascista. Y lo sabe como también conoce lo poco que Europa, en general, y España, muy en particular, se gasta en su propia defensa sostenida por el hastiado contribuyente norteamericano.
Así las cosas, y teniendo presente que EE UU es el primer destino del mundo fuera de la UE de nuestras exportaciones, hace muy bien Isabel Díaz Ayuso, aunque sea con las limitadas posibilidades que le otorga su cargo como simple presidenta de una región española, no sólo en ser la primera de su partido en felicitar a Trump, sino en "demostrarle que no todos los españoles ni todos en España —desde luego, las administraciones— somos parte de los BRICS ni queremos serlo, situación a la que nos ha llevado el Gobierno por aislamiento".
Y es que, parafraseando el célebre y humorístico "test del pato", ya podrá el gobierno de Sánchez decir que España no es un "pato", que si, bajo el gobierno de Sánchez, lo parece, nada y grazna como un pato, no hay que extrañarse que Trump lo confunda o finja confundirlo con un pato.