
La proclama del título nos tranquiliza, aunque hubiéramos preferido consultar a Nostradamus. Ha sido el oráculo de Moncloa quien ha hecho sonar el clarín, llamando a la desdramatización, con lo cual, los más fieles, dóciles, serviles… se han puesto manos a la obra, tratando de quitar yerro, a lo que sí lo tiene, y a no llamar a las cosas por su nombre.
¿De qué estoy hablando? Seguramente ya lo imaginan, aunque nunca imaginaron que el tiempo fuera un concepto hibrido, dando al traste con la exactitud esencial de que, fijado el momento de inicio de una tarea y su extensión, queda determinada su conclusión.
Por ello que, a estas alturas, no tengamos aprobados y vigentes los presupuestos del Sector Público, no puede atribuirse más que a indolencia, o a incapacidad para la función de gobierno, porque el tiempo estaba fijado desde el principio.
Puestos a desdramatizar, pregúntense, por qué hacen falta unos presupuestos. No necesitan ser muy exigentes, pues, cualquier amo o ama de casa, puede darles cumplida cuenta de los presupuestos –ingresos y gastos– sin los que la economía doméstica nunca podrá considerarse sostenible, de verdad. El llamamiento a desdramatizar la carencia de presupuestos es un signo de debilidad, además de ignorancia, que supera lo imaginable para cualquier ciudadano de buen criterio.
Encontrar al responsable de semejante desacato, ha sido tarea fundamental. Así, el equipo del presidente, dio con la piedra filosofal: "La dificultad está en la configuración del Congreso. Pero creemos que con diálogo todo se puede sacar adelante". Dos implicaciones: un dato "la configuración del Congreso", pues si de los 350 Diputados, 300 fueran del PSOE, ya estarían aprobados, y un principio "el diálogo", milagro que convierte el rechazo en aceptación.
El dato, es el que es: 121 Diputados PSOE, de 350 que conforman la Cámara. En cuanto al diálogo no parece haber tenido tanto éxito como pretendían, a juzgar por los resultados.
Pero señores del equipo presidencial, están ustedes menospreciando la labor del Congreso, aunque esto no sea nuevo. El presupuesto del Sector Público, no es un conjunto de magnitudes abstractas que, la técnica del regateo, puede llevar a un acuerdo, poniendo y quitando de un lado o de otro.
Honestamente, ante su argumento para desdramatizar –cual reza el título de hoy–, sólo pude añadir una apostilla: "No se acaba el mundo" pero "si se acaba la política económica en España". Pues, las cifras del presupuesto, no tienen entidad propia, sino que son la cuantificación de los objetivos a cumplir en el año 2025: crecimiento, empleo, estabilidad, distribución de renta, acciones contra la vulnerabilidad… y, al mismo tiempo, cómo obtener los recursos suficientes, mediante un reparto justo y no distorsionador de las cargas tributarias.
Además, todo esto, debe llevar la autoría del responsable de los objetivos establecidos, que debe dar respuesta al qué queremos para 2025, y al cómo vamos a lograrlo en 2025. No atribuyan esa responsabilidad a Fuenteovejuna [Lope de Vega, publicada por la Viuda de Alonso Martín, Madrid 1619] porque, hemos quedado que, a ustedes, no les gustan los dramas.