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España pierde, Polonia gana

Polonia va a aprovechar su atlantismo probado y la debilidad francesa y alemana para aspirar a una posición de liderazgo político en la UE.

Polonia va a aprovechar su atlantismo probado y la debilidad francesa y alemana para aspirar a una posición de liderazgo político en la UE.
Radoslaw Sikorski, ministro de Exteriores de Polonia. | EFE

Cuando Trump, en respuesta al corresponsal David Alandete, habló treinta segundos sobre España, la atención española se fijó en que pudiera creer que nuestro país formaba parte de los BRICs, cosa que se tomó en general como prueba de la ignorancia que de antemano se le suponía al nuevo presidente. Pero la atención española tendría que haberse dirigido a otra parte de la intervención en la que mostró que sabe perfectamente algo de España. Sabe que no invierte casi nada en defensa. De hecho, en su primer mandato, Trump envió una carta a Sánchez en la que le hacía notar eso mismo. Han pasado seis años y España sigue distinguiéndose. Es el país de la OTAN que menos porcentaje de su PIB dedica a defensa.

Este status próximo al de un "free rider", que molesta a Trump y a EEUU, debía molestar también a los españoles o por lo menos a su Gobierno. Pero lo que acaba de decir el Gobierno en Bruselas, en una reunión en la que ha estado Sánchez, es que no se trata de gastar más, sino mejor y que hay que integrar la defensa en la transformación de la economía para una transición verde y digital. Gastar mejor: ¡qué buen criterio si lo aplicara al resto de gastos! Del forzado verdear de la defensa, más vale callar. Será un camuflaje para que socialistas y Sumar puedan dar el sí a un pequeño incremento en la partida de defensa sin asustar a su tropa antimilitarista. El problema es que ha subido mucho el listón. Lo del 2 por ciento, al que Sánchez quiere llegar, pero cuando ya no esté de presidente, se ha quedado obsoleto. Ahora, la exigencia va a estar cerca del 5 por ciento. Qué tremenda prueba para el "noalaguerra" español.

No lo aceptará por más que se disfrace de verde. Menos aún si es por exigencias de unos Estados Unidos liderados por un "ogro" (González Pons dixit) que da mucho miedo. El ubicuo "noalaguerra" teme otra vez a Estados Unidos, como lo temió en la época de Bush, los atentados del 11-S y la guerra de Irak. Es paradójico, pero los peligros bélicos siempre los ve venir del otro lado del Atlántico y nunca los ve venir de donde pueden venir, que es del otro lado del estrecho de Gibraltar. Con este desequilibrio del temor, un Gobierno puede confiar en tener respaldo para gastar lo mínimo en defensa. Cosa distinta es que por tacañear salgamos perdiendo. En la España atemorizada con Trump no se querrá saber, pero hay un país europeo que no tiene esos miedos y que va a sacar ventaja del nuevo contexto.

Polonia es el país. Su gasto en defensa supera con creces al de España. Su Gobierno no va por ahí diciendo cosas contra Trump y Musk alocadamente. En lugar de absurdas actividades, su ministro de Exteriores, Radoslaw Sikorski, publica en el New York Times una pieza en la que reconoce que el presidente norteamericano tiene razón cuando pide más contribución a los aliados. "Europa ha entendido finalmente el mensaje: nuestra seguridad no es un servicio que proporcionan los Estados Unidos", dice. Pongamos que con la excepción de España. Con el "ogro" en Washington, Polonia se dispone a tener su momento. Va a aprovechar su atlantismo probado y la debilidad francesa y alemana para aspirar a una posición de liderazgo político en la UE, con la que España ni puede ni quiere soñar. En tiempos, Polonia y España se ponían de acuerdo para defender intereses comunes en la Unión. El Gobierno español prefiere hoy otras alianzas, fuera de la UE y de la OTAN, a veinte mil leguas de ellas.

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