
La futbolista Mapi León no ha sido acusada de agredir sexualmente a la jugadora del Español por tocarle la zona genital sin que mediara consentimiento expreso. De hecho, es muy poco probable que se vea sometida a un procedimiento judicial como le ha ocurrido al presidente de la Federación Española de Fútbol por un gesto –el famoso beso con Jenni Hermoso— bastante menos grave que el protagonizado por la futbolista azulgrana. Eso, salvo que pensemos que tocar los genitales a otra persona es menos significativo que darse un piquito consentido, en cuyo caso resultaría que ya nos hemos vuelto todos locos.
Pero es que una mujer feminista no puede cometer abusos, un izquierdista no puede robar y un líder comunista no puede abusar sexualmente a una mujer, porque en todos los casos se trata de seres de luz ungidos por la efusión espiritual del progresismo, en cuyo caso nada de lo que hagan puede tener reproche moral; no digamos ya penal. Si alguno de ellos es sorprendido in fraganti y recibe la denuncia de una mujer es porque se ha dejado llevar por el neoliberalismo heteronormativo, no porque sea un perfecto hijo de perra acostumbrado a violentar a las mujeres que tiene a su alrededor. Eso, solo los fascistas.
Volvamos con nuestra Mapi, la joven protagonista de la última expresión pública de hipocresía zurda. Por supuesto, su gesto de tocar la entrepierna de la rival no tiene nada que ver con un abuso sexual, que es cosa bien distinta y, desde luego, infinitamente más grave. El video de la acción nos muestra a dos jugadoras forcejeando, la del RCD Español con más ímpetu, y a la jugadora del Barça devolviéndole la provocación bajando la mano al perdónameseñor. Como Michel con Valderrama, pero en femenino, una simple anécdota del juego sin más recorrido. De hecho, si alguien hubiera insinuado que el jugador del Madrid abusó de la estrella colombiana del Valladolid al tocarle los testículos, la presunta víctima habría saltado inmediatamente para poner las cosas en su sitio. Ahora, con la dictadura impuesta por las loquísimas lideradas por Irene Montero, cualquiera desmiente nada.
Los vigilantes de la ortodoxia progresista podrían zanjar el asunto si todo se hubiera reducido a un tocamiento. Pero es que la jugadora barcelonista le pregunta a la jugadora españolista si tiene "picha", y aquí sí que entramos ya en terreno peligroso porque estaríamos ante un delito de odio transfóbico, agravado por la triple condición de la víctima: mujer, inmigrante y negra.
Mapi León se la ha jugado con esa frase y solo su pertenencia al club más corrupto de la historia, emblema del separatismo, puede librarla de la condena social en la que ella misma participó alegremente cuando el inútil de Rubiales besó a su compañera.