
Este Gobierno, capaz de exigir a personas en graves dificultades económicas la devolución de dinero del ingreso mínimo vital, es el mismo que va a obligar a quienes cobren el nuevo salario mínimo a efectuar la declaración de la renta para quedarse con la mitad de la subida. La inmoralidad de esta gente es sólo comparable a su incompetencia. Y aún tendrán el cuajo de insistir en que España va como una moto. Claro, hasta los que menos cobran tienen que pagar el IRPF. Muy progresista todo.
El disparate es de tal calibre que la vicepresidenta Yolanda Díaz parece una persona normal en comparación con la palmera de Sánchez, esa María Jesús Montero cuya siniestra sonrisa anticipa el sufrimiento de quienes menos tienen y menos cobran. La jefa de la todopoderosa Agencia Tributaria no se va a bajar del burro. Pues buena es ella.
Y ahí están los sindicatos, sin abrir la boca. Esos mismos sindicatos que convocaron manifestaciones contra el PP por el decreto ómnibus que se cargó Puigdemont callan ahora como si el atraco que va a perpetrar Hacienda contra los trabajadores con el sueldo mínimo no fuera con ellos. Álvarez y Sordo, Unai y Pepe, alias los "zampagambas", mudos como finados. ¿Para cuándo la manifa? Qué vergüenza de gentes.
El desastre no ha hecho mella en el aspecto de quienes han maquinado y perpetrado la última cacicada gubernamental. Sánchez y María Jesús Montero están exultantes. No había más que ver sus sonrisas a su llegada a la interparlamentaria de los socialistas. Parecían del gang de Reservoir Dogs, el señor Marrón y la señora Naranja, cuánto desparpajo y desahogo. Ahí se las den todas a los ciudadanos, que con Feijóo y Abascal en la oposición hay sanchismo para muchos años.
Se tendrá que tocar fondo, como ha sucedido en Argentina, para que España se libre de estos políticos y sindicalistas, de toda esta gentuza capaz de obligar a una pobre limpiadora a hacer la declaración de la renta mientras ellos viajan en Falcon y cobran unos sueldos que nada tienen que ver con su productividad y dedicación mientras crujen a los contribuyentes. Parásitos, trincones, insensibles, ajenos por completo a la realidad, a las estrecheces y agobios de los ciudadanos. No han trabajado de verdad en su vida. Estajanovistas de no dar palo al agua. Mentirosos, cínicos, caraduras.