
"Descansaba con la conciencia tranquila de quien posee la fuerza de la resurrección en el centro mismo de su coño": el autor de estas líneas, Esteban González Pons, se ha convertido en la última cachiporra favorita de Pedro Sánchez para curtirle el lomo a Alberto Núñez Feijóo. En la sesión de control de la semana pasada, el presidente del Gobierno se cachondeó del novelista lúbrico que sueña con obispas en la Iglesia Católica –el hombre estará canino de inspiración, en fin– llamándolo "estadista"; en la de este miércoles, ha optado por un "ejercicio de abstracción": "Vamos a imaginarnos que el pasado 23 de julio hubieran sumado PP y Vox. Tendríamos de vicepresidente del Gobierno al señor Abascal defendiendo los aranceles de la administración estadounidense en Europa, y tendríamos a Pons como ministro de Asuntos Exteriores diciendo que el presidente de EEUU es un 'ogro naranja'. ¿Ve dónde quiero llegar, señoría? No hay color entre su potencial gobierno de coalición y este".
El líder de la oposición interpeló a Sánchez por la idoneidad del Frankenstein formado por "nacionalistas, independentistas, comunistas y Sortu-Bildu", el presidente asintió sobrado y su contrincante, sobrio, formal y no sé si patéticamente inocente, le preguntó "quién cree que le va a apoyar en la política exterior y de defensa": "Sus socios le han dicho que no cuente con ello". Feijóo apostó, ay, por el batiburrillo: continuó por el "regalo fiscal" de 17.000 millones para Cataluña y comparó lo sucedido en Alemania tras las últimas generales con lo ocurrido en España en 2023: "La diferencia entre España y Alemania es Pedro Sánchez". A mí plín, pensó el jefe del Ejecutivo, que se refirió a los 83.000 kilos "que van a dejar de pagar las CCAA" y, tras pitorrearse de Pons, le pidió al pepero alfa que "rompa con aquellos que quieren romper a Europa", o sea, "con la ultraderecha". Ambos aburrieron.
Aitor Esteban se despidió del Congreso ciscándose en EEUU, "una plutocracia que defiende sin pudor y con descaro todo lo que hemos combatido los demócratas" y con un masaje sebáceo de Sánchez. Seguro que el PNV pacta con el PP, sí, sí. La líder virtual de Podemos, Ione Belarra, alterada de más, supongo, por el fregao de Monedero, se refirió a las presiones de Junts, llamó "fascista" a Trump y advirtió a Sánchez: "Mire a Alemania. Va a ser el único responsable de que entren los fascistas en Moncloa". El presidente, con desdén: "Señoría, aquí estamos trabajando para la mayoría".
En el capítulo de la viseprecidenta, Cuca Gamarra: "Si quieren mutualizar la deuda del separatismo, páguela usted". María Jesús Montero recurrió a un estribillo populista: "El PP no sabe salir de ese bucle que es primar los intereses de Génova que los de la mayoría social". Porque el PSOE no incurre en esto, no, qué va, jamás. Como es habitual, Miguel Tellado puso algo de picante: "Fue la Dama de los ERE y ahora es la Señora de la Trama. Asuma responsabilidades. Está en el centro de esta trama de corrupción. Lo sabía todo y lo tapó y tiene que decirnos por qué". En su contraataque, la ministra de Hacienda acusó a Feijóo de haberle dado a su hermana "más de 37 millones de euros" con "contratos a dedo" mientras éste era presidente de Galicia. Qué pensará de esto Lupe Sánchez.
Bendodo le hincó un buen jab –"Piense si Sánchez la ha premiado o la ha enviado a galeras. ¿No cree que le han metido en una trampa, que le han castigado?"–, pero la joven Montero le noqueó invocando al joven Arenas y pidiéndole que se mire en el espejo. "No se obsesione conmigo, tranquilidad. Todavía no estamos en campaña. Se han puesto nerviosos y a usted se le nota mucho", añadió, regodeándose. Bajóle los humos Ester Muñoz, valor en alza. La diputada por León firmó la mejor intervención de la jornada pronunciada desde la oposición: "Deje la soberbia y la arrogancia en la puerta. De las dos, la que estaba en un consejo de ministros con Ábalos, al que le aplaudió usted aquí, y que estaba mirando un catálogo para, con dinero público y disfrutar con una mujer, es usted; de las dos, la que ha formado parte de un gobierno condenado por corrupción y que está en otro investigado por corrupción, es usted; de las dos, la que ha traicionado a su país comprando el sillón de su jefe con el dinero de todos, es usted; de las dos, la que tiene un jefe de gabinete que andaba de negocios con un delincuente confeso es usted". Nihil obstat.
