Javier de Paz, un señor sin oficio ( aunque sí con beneficio) en cuyo currículum figura a modo de indicio sobre la naturaleza de su espíritu el que en algún momento de la mocedad llegó a matricularse en el primer curso de Derecho, estudios a los que decidió no prestar ni un segundo de atención ya que su tiempo lo ocupaba de forma absorbente en tratar de ascender dentro de las Juventudes Socialistas, acaba de ser nombrado presidente de una de las compañías del sector tecnológico más importante de España, Movistar+. Así es como el apellido del hoy afortunado De Paz se ha unido a los de sus dos almas gemelas, Montilla y Blanco, ilustres expedientes laborales y académicos minimalistas, para encabezar juntos el tridente simbólico de la cultura del esfuerzo, el estudio y la superación personal en España.
Todo un ejemplo icónico para las jóvenes generaciones de los valores meritocráticos que postula el progresismo peninsular con mando en plaza y mano en el Ibex. Aunque, visto lo visto, acaso la sufrida clase media aspiracional, esas familias que se gastan el dinero que no tienen en coles privados de postín, no por lo que vayan a enseñarles allí a sus niños sino para que hagan contactos para cuando les toque buscarse la vida, empiece a dar de baja a sus chavales para afiliarlos en su agrupación de las Juventudes Socialistas ( o en "Nuevas", otra factoría de zánganos con mucho futuro).
Pues es fama que el premiado De Paz, a semejanza de los otros dos mosqueteros del trabajo duro y la libre empresa, tampoco sabe hacer la "o" con un canuto. Y que si ha llegado a donde ha llegado, solo ha sido por la extensión de la agenda de contactos políticos que almacena en la memoria de su teléfono móvil. Entre los compañeros de pupitre por un lado y los compañeros del partido por el otro, así les ha ido a compañías como Telefónica, uno de los negocios cotizados más ruinosos para sus accionistas en la historia bursátil del último cuarto de siglo. Pero ellos, ascendiendo sin tregua.