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No es tiempo de tibios

O se está con Trump o se está contra Trump.

O se está con Trump o se está contra Trump.
EFE

O se está con Trump o se está contra Trump. Parece que el tiempo de las medias tintas ha pasado. O se está por acabar con la guerra o se pretende continuarla. O política de aranceles o política para que se forren las élites de la Unión Europea. O políticas nacionales o agenda 2030… Aquí nadie puede salirse de los esquemas impuestos por Trump sin perder alguna pluma en el empeño. Trump nos ha situado descarnadamente ante el poder. Aquí no se se salva nadie, menos todavía la prensa española que en su mayor parte ya ha dictado sentencia: Trump es el malo. La prensa española en términos generales ha tomado partido. Es una forma de alentar y promover un absurdo antiamericanismo, o peor, envolver a la ciudadanía en un ola de histeria colectiva que más pronto que tarde terminará por mostrar las costuras de un ovillo de Estados europeos cada vez más débil moral, política y económicamente.

La mayoría de Europa está contra Trump y España se lleva la palma. La histeria colectiva contra el presidente de los EE.UU. es para estudiarla en las cátedras de psicopatología de la vida colectiva. Es tan exagerada que me resulta ridícula. Esperemos que la cosa amaine. Y si no se detiene, entonces esto no tiene salida. En España, sí, los medios de comunicación participan de esa ola de histerismo sin recato alguno. Se diría que la mayoría lo hace con fruición. Y otros revisten la cosa con papeles de colores. Pero ninguno se priva del placer de insultar a Trump y, de paso, estigmatizar a las fuerzas políticas que apoyan el alto fuego que demanda el presidente de los EE.UU. en Ucrania.

Las medidas y los pasos dados por Trump en este mes que lleva en el poder, lejos de ser analizados con cierta prudencia, son prácticamente despreciadas por sus modos y, sobre todo, por sospechas de una posible alianza con Putin. ¡Increíble! Las sospechas y la reticencias contra la nueva Administración de EE.UU. se extienden a todos los partidos políticos y naciones que aplauden sus políticas anti-woke, anti-lenguaje inclusivo, estrechamiento de una Administración federal gigantesca, despido de miles de funcionarios, lucha contra la corrupción, cierre de la Agencia de Ayuda de Estados Unidos (USaid), fin a las políticas verdes, reducción del gasto público, políticas racionales de emigración, etcétera, etcétera… Sí, la prensa española no soporta que haya partidos políticos que aplaudan todo eso.

El giro trumpista de VOX, dicen en El Mundo del domingo, desangrará a este partido en favor del PP. Exhiben una encuesta, unos razonamientos y algunas consignas cínicas para predecir que VOX es un partido cuasi hundido por apoyar a Trump. No es verosímil, pero allá este periódico con su líos. La histeria es de tal calibre que poca gente se salva de soltar su coz contra Trump. Leo una entrevista, en La Razón, a un Teniente General en la reserva, Juan Montenegro, y una de las preguntas ya nos dice por dónde va la cosa: "¿Dice alguna verdad Trump entre tantas barbaridades?"; por fortuna, la respuesta del señor Montenegro es ajustada a la realidad: "Trump es un estratega y todo lo que dice está calculado. Quiere renegociar los términos de la OTAN para que Europa invierta más y dependa menos de ello. Ahí tiene razón: Europa ha descuidado su seguridad durante demasiado tiempo".

En fin, mientras trato de zafarme de esta histeria colectiva anti-Trump, me alegro con la noticia de que la Administración de Trump ha congelado 400 millones de dólares en subvenciones federales a la Universidad de Columbia, porque se ha cruzado de brazo ante el antisemitismo. La universidad es castigada sin fondos por inacción o por promoción del antisemitismo desde el 7 de octubre de 2023. Porque los estudiantes judíos han sido discriminados, acosados y perseguidos en esa Universidad se congelan los fondos del Estado. Bravo por Trump y su secretaria de Educación, Linda McMahon, quien ha reiterado esta medida porque "desde el 7 de octubre de 2023 (día funesto para la historia de Israel), los estudiantes judíos se han enfrentado a una violencia, intimidación y acoso antisemita incesantes en sus campus para luego ser ignorados por quienes se supone que debían protegerlos".

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