Sánchez ha perdido su bolita del trile
No es tolerable que el presidente Sánchez siga con sus juegos de palabras, incapaz de proponer un acuerdo nacional que cohesione y de confianza a la sociedad.
Un conocido, doctor en medicina y reputado científico, persona amable que está cuando le necesitas y al que profeso gran estima, se sorprendía y desaprobaba mi afirmación de que la corte de paletos yankees que rodean a Trump desprecian, por envidia, la cultura y el glamour europeo. Me refería yo a esos que, desde su llegada al poder, se dedican a fabricar titulares con admoniciones y amenazas a millones de europeos. Ahora les ha tocado a los daneses, que les han respondido ¡yankees go home! Miremos más allá de esas elites, ¿hay motivos para que el trabajador americano pueda envidiar al español?
Pongámonos en el pellejo de uno de esos cientos de técnicos altamente cualificados que han recibido un correo electrónico de Elon Musk: "Dígame usted lo que ha hecho la semana pasada o dese por despedido". Pongámonos en que nuestro personaje no contestó y le pusieron de patitas en la calle. Que es uno de esos científicos o ingenieros que —según informaba el New York Times— "han sido despedidos de la ultrasecreta Administración Nacional de Seguridad Nuclear".
Como las desgracias nunca vienen solas, la esposa de nuestro ingeniero padece una enfermedad que se controla con un costoso tratamiento y que precisa frecuentes ingresos hospitalarios. Todo esto lo cubría su seguro médico. Lo ha perdido al perder su empleo. Puede acogerse a Ley Ómnibus Consolidada de Reconciliación Presupuestaria (COBRA en inglés), que fue promulgada por el Congreso de los Estados Unidos en 1985 durante la presidencia de Ronald Reagan. Pero las condiciones pueden ser imposibles: "El empleado debe hacer el pago de la prima del plan del seguro médico que pagaba antes de perder su empleo y, además, deberá pagar la porción que antes pagaba su empleador, para poder seguir con los mismos beneficios. En algunos casos, también puede aplicarse una tarifa administrativa adicional del 2%". Mejor venda la casa y múdese a Málaga.
Otro ejemplo, igual de lamentable, de "un Gobierno que, dicen, hace sus deberes". Según las estadísticas de la American Diabetes Association, esta enfermedad se ha convertido en una epidemia, "que afecta a más de 38 millones de estadounidenses —el 11% de la población—". De ellos, 8.4 millones dependen de la insulina para sobrevivir. En septiembre del pasado año, la Comisión Federal de Comercio emitió un comunicado en el que denunciaba que el "aumento del precio de la insulina había tenido consecuencias devastadoras para muchos pacientes que tuvieron dificultades para pagar sus medicamentos y se vieron obligados a racionarlos". El precio de algunos específicos, como el Humalog, había experimentado subidas del 1.200% en los últimos años. ¿Cómo lo pagas si pierdes tu seguro médico? Entre las decenas de órdenes ejecutivas que ha firmado Trump no hay ninguna para limitar el precio de la insulina. El presidente Biden tampoco hizo nada. Sin embargo, los sicarios de Musk sí visitaron a los responsables de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, la agencia federal que supervisa los programas de seguros médicos.
¿Es esta la sociedad que queremos? ¿Se imaginan ustedes que en eso que llaman "la decadente Europa", en nuestra querida España, alguien tenga que pagar un seguro médico para continuar con el tratamiento oncológico o asegurarse las dosis de insulina si pierde el trabajo? No abandonamos a nuestros ciudadanos ante el infortunio. Seguramente se puede hacer más y mejor, pero los protegemos. No es cuestión de derecha o izquierda. Nuestras raíces están en el cristianismo y en el humanismo. Son muy distintas de las alucinaciones de esos puritanos de Nueva Inglaterra, cuyos descendientes hoy tienen subcontratados a unos patriotas que despotrican contra nuestro modelo de convivencia o te queman en la hoguera de las redes sociales.
Entre las muchas frases redondas que les salían a Marx y a Engels, hay una en la Ideología Alemana: "No es la conciencia lo que determina la vida, sino que es la vida la que determina la conciencia", que me sirve de ejemplo, aunque no se comparta el axioma. Mi apreciado amigo tiene una posición social relevante. Es parte de una elite, la científica, y quizá su existencia determine su conciencia y quizá sus problemas no sean los del común. Las batallas culturales son importantes. Las ideológicas trascendentes… siempre que tengas el pan nuestro de cada día asegurado. ¿Apostamos a que ese americano de clase media que ha perdido su trabajo y el seguro médico, envidiaría al español que vive en esta pusilánime Europa?
Las guerras civiles europeas se convirtieron en mundiales. En septiembre de este año se cumplirán ochenta del final de la Segunda Guerra Mundial. Durante este tiempo, los lideres democratacristianos, conservadores y socialdemócratas del continente han sido capaces, no solo de alejar el fantasma de un nuevo conflicto, también de construir una unión entre las naciones. Unión que hizo frente a la devastadora crisis financiera que se urdió en Wall Street en 2008, por los mismos que hoy nos amenazan. Tenemos una memoria tan corta y hay tanto listo.
La Unión Europea enfrenta las ansias de poder de unos arrogantes advenedizos que buscan debilitarla, cuando no romperla. Putin y Trump, palo y tente tieso a gusto de la afición que aplaude. La geoleches de un nuevo orden que atufa a imperio de garrafón. Desafío que los europeos debemos acometer con decisión. El primero, nuestra defensa. No es tolerable que el presidente Sánchez siga con sus juegos de palabras, incapaz de proponer un acuerdo nacional que cohesione y de confianza a la sociedad. No lo hará, ha perdido su bolita del trile. Está a punto de darse un tiro en el pie. Deseémosle tino.
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