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Y China agazapada

Detrás de esta estampa zafia y simplista se esconde un orden mundial al que la ciudadanía europea le ha perdido la cara.

Detrás de esta estampa zafia y simplista se esconde un orden mundial al que la ciudadanía europea le ha perdido la cara.
Donald Trump y Xi Jinping | LD/Agencias

Tiempos imprevisibles. Trump ha hecho una enmienda a la totalidad a EEUU como faro Occidental de las democracias liberales y el libre comercio. En nombre del nacionalismo más rancio y con actitudes propias de un magnate del S.XIX.

Son lo que parecían. Trump y Putin aparecen en esta película mafiosa como dos matones de barrio repartiéndose el mercado de la extorsión. Es curioso que Trump no haya incluido a Rusia en los aranceles. Y mientras, China, sosegada y a la chita callando.

Detrás de esta estampa zafia y simplista se esconde un orden mundial al que la ciudadanía europea le ha perdido la cara. Ríanse de la conquista de Occidente por el Islam. Éste solo representa —por seguir con la metáfora del hampa— a los raterillos de favela comparados con esos capos del hampa.

Y China agazapada, a la chita callando se está apoderando del mundo. Sin que nadie se alarme o escandalice. Putin puede padecer síndrome de Zar con bravuconadas nucleares. Un bocazas. Trump puede aterrar al mundo con aranceles con la insolencia de un anticuado magnate del S.XIX, pero ni uno ni otro poseen un sistema económico solvente a salvo de los nuevos paradigmas económicos que se avecinan. China sí.

China posee un sistema político imbatible. Dispone de un sistema económico de libre mercado (aparente), y un sistema político autocrático (una dictadura a secas) donde no hay partidos políticos ni ideologías más que las que emanan del partido único comunista (aristocrático). La tormenta perfecta, se incentiva el libre mercado como mecanismo eficaz para crear riqueza, y se controlan las relaciones laborales de forma piramidal por el gobierno comunista para evitar lesiones a la producción y asegurar ventajas competitivas. En Occidente proyectar un embalse que interrumpa el curso de un rio, decidir el desarrollo de la IA, o determinar los conflictos laborales, pueden ralentizar, incluso paralizar proyectos empresariales o de planificación de todo un país. Y por supuesto, encarecer la producción. En China no. En China nunca un sindicato obrero podrá paralizar al país o a una simple empresa influyente. Ni por subidas salariales, ni por mejoras en la seguridad, ni por nada. ¿Qué economía Occidental puede competir con ese monstruo de triturar voluntades y crear riqueza a precios más competitivos? Y lo mejor, es decir, lo peor para Occidente, cuando el PCCh, o sea el Estado Chino, considere que la competencia de sus empresas con el exterior necesiten capital del Estado aunque sea para competir a pérdidas, el Estado lo hará. No para beneficiar a una empresa en particular, sino para que gane el Estado chino en su expansión e influencia en el mundo. Veamos cómo se modulan estas prácticas y qué pretenden.

Lo exponía el pasado febrero Javier Benegas en Disidencias ("La traición de Europa") con evidencias en todos los sectores económicos relevantes. Algún ejemplo: la empresa de coches eléctricos china DIO fabricó 300.000 unidades el pasado año con una legión de robots y sólo 30 empleados en plantilla. Sin embargo, el último trimestres de 2024 tuvo unas pérdidas de 2.124 millones de dólares. Considerando los 221.970 vendidos ese año, cada coche le reportó unas pérdidas de 9.569 dólares por unidad. ¿Dónde está el truco? En el PCCh. El Estado chino subvenciona pérdidas para ganar en competitividad con el coche eléctrico europeo en particular en una política internacional de asfixia que acabe con la competencia extranjera en el sector. "El PCCh contempla la fortaleza económica del país como algo más que un apoyo para la influencia geopolítica: la considera un arma de guerra". No sólo en el sector del automóvil propio, sino en los sectores más relevantes de otros países. Por ejemplo, en paneles solares (Fotovoltaicos). Empresas chinas, como JinkoSolar, LONGi o Trina Solar, recibieron enormes subsidios para la fabricación masiva de paneles solares, vendiéndolos a precios por debajo del costo de producción en mercados occidentales. Consecuencia: esto llevó al colapso de numerosos fabricantes en EE.UU. y Europa, como SolarWorld (Alemania) y Suniva (EE.UU.) El pan de cada día, también en aceros y aluminio, trenes de alta velocidad, Tecnología 5G y telecomunicaciones, Industria naval, donde ya es casi un monopolio mundial…

Pero lo peor, hay sospechas fundadas de que su implantación en países de los cinco continentes como potencia emergente está propiciada por la colaboración corrupta de políticos de los mismos países que coloniza. "Como el del excanciller alemán Gerhard Schröder que, además de hacerse famoso por sus lazos con Rusia, promovió acuerdos favorables a China; o el del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, declaradamente afín a los intereses chinos y alineado con Beijing en cooperación económica. El 15 mayo de 2020, durante una videoconferencia del Grupo de Puebla, que agrupa a líderes iberoamericanos de extrema izquierda y del que el expresidente español forma parte, Zapatero abogó por una alianza estrecha con China para ‘poner a los Estados Unidos en una posición imposible’".

La influencia china no se reduce a su competitividad en precios, también en universidades, museos, actos culturales y foros artísticos. Una influencia más elegante, pero igualmente insidiosa. Muchos periodistas extranjeros se dejan sobornar para generar relatos amables de China. Cobran cinco veces más por sus colaboraciones que en sus diarios habituales de occidente.

Desgraciadamente, no es sólo Trump, no es sólo Rusia, "Europa se encuentra en una encrucijada histórica. Lo que alguna vez fue un continente forjado en la competencia, la innovación y el espíritu de libertad se ve ahora asediado por una tupida red de dependencia económica, influencia política y control industrial tejida meticulosamente por China".

PD: ¡Qué se puede decir de Trump? No es la economía, estúpido, es complejo de Napoleón. Ya es sangrante que generalice con aranceles al mundo entero, y los minimice a gobiernos autoritarios o se los perdone a cuatro dictaduras, sin distinción ideológica: Rusia, Cuba, Bielorrusa y Corea del Norte. Ya no es sólo ese olor a matones. ¿Qué necesidad tenía de ser tan zafio, tan desagradable: "Durante décadas, nuestro país ha sido saqueado, expoliado y violado por naciones cercanas y lejanas. La Unión Europea (…) nos estafa".

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