Menú

¿Quién se ha llevado mi luz?

Una fabulilla tecnológica, ecológica y… política.

Una fabulilla tecnológica, ecológica y… política.
Asistentes al Mutua Madrid Open abandonan las instalaciones de la Caja Mágica debido al apagón. | EFE

Hace algunas décadas, un cuento original del psicólogo norteamericano Spencer Johnson se convirtió en libro de cabecera para los estudiantes universitarios de marketing; en estos días, la sencilla moraleja que encierra el corto relato adquiere relevancia especial para nosotros, los sufridores del apagón total que nuestra casta política sigue incapaz de explicar.

Nos remite Johnson a un imaginario mundo subterráneo habitado por ratoncillos y hombres minúsculos: ágiles y poco lastrados de carga los roedores; obesos y cargados de impedimenta poco útil los humanoides. Todo va bien porque ambos colectivos llevan una vida regalada gracias a un gran depósito de queso que se almacena en una de las cuevas del laberinto y del que todos consumen sin tasa ni prudencia, pero un buen día ocurre la hecatombe.

Repentinamente, el queso ha desaparecido. De poco sirven las aterradas preguntas de los incautos consumidores: no hay tiempo que perder ante la llegada del hambre.

Se mueven febrilmente los ratoncillos, que para eso llevan poca impedimenta y funcionales zapatillas. Los obesos y cargados hombrecillos se arrinconan aterrorizados en sus galerías incapaces de adaptarse al drástico cambio. No se ponen en movimiento, sólo preguntan aterrorizados: "¿quién se ha llevado mi queso?".

El final de la moraleja es fácil de intuir: los ágiles roedores empiezan a encontrar nuevos recursos, como migas residuales del queso perdido o una amplia variedad de briznas de comida en las que antes no habían reparado; en definitiva, se van adaptando y sobreviven; los comodones hombrecillos no tardan en extinguirse por su incapacidad para evolucionar ante un mundo con nuevos requerimientos.

El apagón total

Sobre las causas del gran apagón se ha escrito mucho a estas alturas, pero un desbordado Gobierno ha hablado poco, por no decir nada, buscan el presidente Sánchez, los ministros, los directores Ggnerales y demás teóricos responsables, una aguja en el pajar energético sin que hasta ahora la hayan encontrado ni lleven visos de encontrarla. Digamos, por ser buenos, que la labor es realmente difícil, pero descompongamos el tema en sus principales factores a ver si lo entendemos mejor.

La energía: producción, transporte, distribución y consumo

No ya nuestra sociedad, sino hasta nuestra civilización actual dependen de la energía, mejor dicho, de las diferentes fuentes energéticas, ya que, como advertía el profesor Velarde Fuentes, la seguridad de nuestros esquemas económicos y sociales depende de que dispongamos de energía suficiente, económica y diversa; esta trilogía de cualidades es imprescindible para el mantenimiento de lo que llamamos "sociedad del bienestar", por no decir de nuestra seguridad vital: así de sencillo.

La obtención no es especial problema; las fuentes que estamos utilizando en esta etapa de nuestra civilización pueden clasificarse en los siguientes grupos: Renovables, (Hidráulica, Fotovoltaica y Eólica); No emisoras de gases, (Nuclear) y De ciclo combinado, necesitadas de quema de combustibles y por tanto emisoras de gases a la atmósfera.

Sea cual fuere la forma de obtención, la energía producida debe a continuación ser transportada a través de cables de alta o muy alta tensión hasta los transformadores. El siguiente paso sería la adaptación a la baja tensión con que se sirve a los consumidores.

Del transporte de la energía de los centros de generación hasta los consumidores finales se encarga la empresa Red Eléctrica Española, que funciona prácticamente como estatal a pesar de que el Estado sólo cuente en teoría con el 20% de las acciones, ya que el resto sólo puede distribuirse en lotes del 5% para cada uno de los restantes propietarios, lo que deja las decisiones finales en manos estatales a través del llamado SEPI.

Finalmente hay otro elemento regulador muy importante: la determinación del precio final del servicio para los consumidores, y ésta tiene que ser necesariamente determinada por una comisión que determine el llamado "Mix energético", es decir, el porcentaje de energía de cada una de las fuentes generadoras que se obtiene en cada momento para determinar la naturaleza y, por supuesto el precio, del producto final que se ofrece a los consumidores. El dato final se obtiene a través de una subasta diaria, que al final configura el recibo, no siempre inteligible para los mismos.

En el momento del gran apagón, el porcentaje de energías renovables que incluía el mix energético era muy superior al que determina la prudencia, en la práctica más del 80%, lo que pudo influir en que esta falta de variabilidad tuviera alguna influencia en la caída, pero ¿por qué razón albergamos este temor?

Las renovables carecen de generación de inercia

Para comprenderlo pensemos en otras fuentes que cuenta con sistemas de inercia para evitar las caídas bruscas, como las grandes turbinas que giran a la misma frecuencia con la que lo hace la corriente que generan: si hay una caída brusca en la tensión, la continuación durante un tiempo del giro de las turbinas impedirá la caída completa y brusca del sistema.

Nos preguntaremos si no se puede dotar a las energías renovables de sistemas estabilizadores comparables a las turbinas de las hidroeléctricas; claro que sí, pero será caro: Europa anda todavía meditando sobre el origen y la cuantía de las subvenciones que serán necesarias para la futura transformación hacia fuentes limpias de energía.

Terminará el mito del supuesto carácter barato, algunos ilusos lo llaman gratuito, de las energías renovables: los amortiguadores necesarios o los acumuladores complementarios, implicarán el empleo de elementos costosos, como el famoso litio de los teléfonos móviles o los coches eléctricos.

Muchas imprudentes teorías ideológicas se le van a escapar entre los dedos a este mono armado con un revolver que va dejando escapar su mundo analógico para caer en nuevas tecnologías que dista mucho de dominar.

Política ideológica que quiere superar a la Ciencia

Nuestros desconcertados políticos se han lanzado por el tobogán de la adoración a la supuesta inocuidad para la atmósfera de la generación de energía, todo derivado de ese gran mito del supuesto "cambio climático" que un desdichado día inventaron unos cuantos aprovechados y que tantos creyeron a pies juntos. Ahora empezamos a sufrir las consecuencias.

Pero esto quiere ser solamente una reflexión de carácter tecnológico mientras los políticos, con el presidente Sánchez a la cabeza, se devanan los sesos intentando fabricar un relato, que seguramente será también sectario e ideologizado. Como decían aquellos geniales cómicos que todos recordamos, "otro día hablaremos del Gobierno".

Miguel del Pino, Catedrático de Ciencias Naturales.

Temas

En Tecnociencia

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad