"Tras la propuesta de alterar su descanso en el Panteón de Marinos Ilustres, esta vez le toca al Ayuntamiento de Puerto Real, redactado por su concejalía de Urbanismo que lo fundamenta, con el más puro estilo "Colau", en hechos históricos incorrectos contados de forma subjetiva, dictando sentencia que insta a la propiedad de la que fue su casa a retirar, a costa del contribuyente claro, la placa que el Municipio le concedió en noviembre de 1952 que no contiene mención alguna a la Guerra Civil. Hacer la Historia a base de interpretaciones subjetivas poco rigurosas no parece que promueva una "Memoria" sana."
Es el comienzo de la Carta in memoriam que Guillermo Cervera Govantes, nieto del Almirante Juan Cervera Valderrama, de la extensa familia Cervera, una de las grandes familias de la Armada española, ha escrito en defensa de su abuelo, ahora que el Ayuntamiento izquierdista de Puerto Real, donde murió y de donde procede la mayor parte de su familia, quiere quitar la placa que el propio Consistorio le concedió en 1952.
Dice así la placa que quiere retirarse: "En esta casa vivió y murió el Excmo. Sr. Don Juan Cervera Valderrama, almirante de la Armada, Hijo Adoptivo de esta Villa. El Excmo. e Ilmo. Ayuntamiento de Puerto Real para honrar y perpetuar la memoria de tan esclarecido marino y patriota acordó colocar esta lápida. 22 de noviembre de 1952".
Naturalmente, desde la aprobación de la Ley de Memoria Histórica de 2007, continuada y agravada después por la Ley de Memoria Democrática de 2022 y en Andalucía, desde la aprobación de la Ley de Memoria Democrática de 2017 en los últimos compases del gobierno del PSOE de Susana Díaz, la falsificación de la Historia perpetrada por Frente Popular social-comunista y separatista que nos gobierna ha sido continua.
Su intención y su desarrollo están siendo el mayor crimen contra la tolerancia y la concordia en España. Asumido por la inmensa mayoría durante la Transición Democrática el espíritu de reconciliación y aquella aspiración moral de "paz, piedad, perdón", ahora se trata de lo contrario, de volver a rescatar el odio para imponer un significado sectario a los hechos y ocultar las causas reales que condujeron a una guerra brutal y fratricida.
Por poner un ejemplo esencial, que personajes como Francisco Largo Caballero, impulsor directo de la Guerra Civil, den su nombre a numerosísimas calles, plazas, placas y monumentos de las ciudades y pueblos de España, es una violación del espíritu constitucional y la convivencia. Es lo que se lleva haciendo, opacamente desde 1982 y claramente desde 2004: la demostración de que la reconciliación nacional, pedido incluso por el comunismo desde 1956, nunca fue un ejercicio sincero para algunos.
Podría haberse optado porque ninguno de los responsables directos e indirectos de aquella tragedia tuviera presencia en las calles de España. O por otras alternativas respetuosas y conciliadoras. Pero no, no ha sido así. Los nuestros, sí. Los otros, no. Es la vuelta de tuerca hacia la estupidez de haberse tomado en vano la barbarie que fue nuestra Guerra y las consecuencias que aún sufrimos, como es el caso.
Juan Cervera Valderrama (1870-1952) fue almirante de la Armada Española. Nombrado por el Rey Alfonso XIII jefe del Estado Mayor de la Armada, dimitió tras la llegada de la República. Su sucesor, el Vicealmirante Francisco Javier de Salas González, luego ministro en 1935, y su segundo, el contralmirante Cervera Valderrama, fueron asesinados en Torrejón de Ardoz, tras las "sacas" de la cárcel de la Modelo en 1936.
El 18 de agosto de 1931 le ordenaron mandar el Departamento Marítimo de Cartagena en plena quema de iglesias y conventos. En febrero de 1936, contribuyó como vicealmirante a restaurar el orden tras los incendios causados durante el motín de los presos comunes que anhelaban la amnistía concedida a los golpistas de 1934 y que pusieron en peligro el arsenal de armas.
Destituido tras esos hechos, se salvó, junto con su hijo, del asesinato de 214 marinos cometidos por agentes republicanos en los buques España 3 y Río Sil. El 18 de julio de 1936, se casó su hija y la iglesia fue incendiada por partidarios del Frente Popular. El mismo día, contó él mismo, "muere en el Cuartel de la Montaña mi sobrino Pascual Cervera Sicre cuyos restos no se encontraron; asesinan en Guadalajara al marido de su hermana Ana María, encinta de su octavo hijo, y se ponen a buscar Cerveras como si de ellos dependiese el triunfo del Frente Popular…" Y no es todo. También su primo Luis, otro asesinado en Torrejón.
Por ello, el 15 de octubre de 1936 en Salamanca se incorporó a la Armada sublevada en calidad de máximo responsable. "¿Quedaba alguna otra salida digna para preservar la vida?", pregunta su nieto. Dimitió en agosto de 1939 y rechazó honores ofrecidos por Franco. "Yo solo quiero retirarme a Puerto Real, cuidar mis gallinas y preparar mi alma para entregársela a Dios". Y eso hizo, ayudando a muchos de sus vecinos a sobrellevar la posguerra.
Se podrá destruir esa placa en su casa de Puerto Real e imponer la amnesia histórica sobre lo que ocurrió. Pero se estará contribuyendo a destruir paso a paso la convivencia en la Nación. Inexplicablemente, se hace con la complicidad del PP andaluz que, como en su día el PP nacional de Rajoy, no se ha atrevido a corregir lo que nunca debió haberse aprobado.
Como dice al final de su carta Guillermo Cervera Govantes, "se debería dejar a los entonces enfrentados descansar en paz y ocuparnos de nuestros males presentes, que son muchos, concentrando nuestro esfuerzo en evitar, por todos medios, que los resentimientos del pasado enturbien el futuro de nuestros hijos y nietos."
Pero para eso haría falta una buena voluntad que no hay.