El estreno esta misma semana de una de las grandes apuestas de RTVE para esta temporada, La Familia de la Tele, fue uno de los espectáculos más lamentables que se han visto en la televisión de nuestro país y, desde luego, en una cadena pública. Ninguna sorpresa al respecto: para eso han contratado a ese elenco de personajes sin pudor, decoro ni ninguna otra habilidad o conocimiento que no sea exponerse de la forma más humillante posible a la curiosidad morbosa de los espectadores.
Pero más allá de lo que cada uno pueda pensar de los protagonistas de este programa, es absolutamente inaceptable que todos los españoles paguemos –¡y a precio de oro!– una televisión pública para que emita el contenido más chabacano y soez de la pequeña pantalla, algo que una cadena privada está en su perfecto derecho de hacer, pero que no tiene ningún sentido en una institución pública cuya única razón para existir se supone que es ofrecer un contenido de calidad y llegar allí donde las empresas privadas no lleguen en cuanto a programación cultural y educativa.
A estas alturas estaba ya más que claro que en España es imposible que ocurra tal cosa, pero eso tampoco debe llevarnos a aceptar como normal la actual degradación de una TVE que, bajo la dirección de José Pablo López, está en su punto más bajo en muchos sentidos: nunca ha sido tan sectaria, tan chabacana ni tan ofensiva, nunca se ha mentido más ni se ha falseado más la realidad que en esta TVE que, cuando ya parecía que no podía caer más bajo, está encontrando nuevas simas de mal gusto estético y servilismo ante el poder.
Además, el fracaso de José Pablo López es completo: no sólo arrastra la televisión pública desde el punto de vista de la calidad, sino que encima lo hace sin lograr el éxito de audiencia que esperaba. Y este no es un problema sólo de La Familia de la Tele, que en sólo tres días se encuentra ya en cifras de share por debajo de la media de La 1, sino que a este casi seguro fiasco hay que unir los del multimillonario programa de Broncano –completamente derrotado por Pablo Motos, al que había venido a desbancar– y el patético resultado de Jesús Cintora, que se ha quedado varios días por debajo del 3% de share y es seguido por menos espectadores de los que logran los documentales de animales de la cadena en la que se emite su Malas lenguas.
No nos atrevemos a decir que no se puede caer más bajo porque a saber hasta dónde puede llegar esta TVE que, por desgracia para los espectadores y, sobre todo, para los contribuyentes que la sostenemos, es un reflejo cada vez más perfecto de la falta de ética y escrúpulos de este Gobierno que la ha colonizado, como se puede ver, hasta en las formas.