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Alberto 'Cuca' Feijóo: si esto es un rearme...

El líder del PP recordó al Madrid de esta temporada: empezó fatal, se volcó sobre la bocina. Sus diputados, en general, superaron el notable.

El líder del PP recordó al Madrid de esta temporada: empezó fatal, se volcó sobre la bocina. Sus diputados, en general, superaron el notable.
El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en la sesión de control de este miércoles. | Europa Press

En la sesión de control de este miércoles, Alberto Núñez Feijóo invocó sobre la bocina los cambalaches de Santos Cerdán y ni mencionó el escándalo del amigui sociata canario del narco libanés porque, a ver, con la que está cayendo, qué líder de la oposición no va a preguntar sobre la recaudación fiscal y la "pobreza infantil". La tentación es harto irresistible. El presidente del PP firmó una intervención parlamentaria digna de su secretaria general, culminando las jornadas del renacimiento chanquetero –si esto es un rearme, en fin– que arrancaron con el encargo a Moreno, Mañueco y cía de dirigir la Ponencia Política de la formación y que continuó con la propuesta de un chequegluten de 600 lereles para celíacos. Qué divo tan valiente y poderoso. Para sus palmeros, que también los tiene, quiere decirse.

Feijóo fue como el Real Madrid de esta última temporada: desaprovechó incomprensible e irresponsablemente la primera parte del partido y, en la segunda, fue de menos a más, precipitado, volcándose tarde, muy tarde, con el encuentro a punto de concluir. "La sensación en la calle, esa que usted no puede pisar", arrancó, "es que el único servicio puntual de España es Hacienda". Y formuló la típica pregunta de Cuca Gamarra a María Jesús Montero: "¿Cree que su Gobierno puede hacer lo que quiera con el dinero de los españoles?". Sánchez, sin despeinarse, en plan tsunami, recurrió a los "recortes" de Rajoy, al nuevo hit de la "casquería" y al viejo de "la ultraderecha" y, más chulo que un ocho, sin despeinarse, le soltó que "España avanza y este Gobierno avanza sin su permiso y sin su apoyo".

Feijóo continuó cuqueando, tirando de argumentos si no peregrinos, sí inadecuados para la ocasión: "El PIB no se come, hay que transformarlo en bienestar, en poder de compra, en nevera llena". Pues muy bien. Por fin, al líder de la oposición le dio por ejercer como tal y denunció las "mordidas del Gobierno en rescate a empresas, las comisiones en contratos de obra pública" o la imputación de "su presidenta de Adif", Isabel Pardo de Vera. En estas, le preguntó a Sánchez "cuántas veces debe su número dos interesarse en obras públicas para que su Gobierno las adjudique" y si "avala la gestión del señor Cerdán". "Todo se sabrá", profetizó. Seguro. Otra cosa ya es que al marido de Begoña le afecte. El presidente defendió la honestidad de su lacayo y quiso ridiculizar a su contendiente disparando contra la presidenta de la Comunidad de Madrid: "Para lo que hemos quedado, señor Feijóo, para tapar la corrupción de la señora Ayuso. Salir de Galicia para acabar gobernado desde un ático de Chamberí". Después, siguió expandiendo la cortina de humo antisemita: "El mundo se moviliza contra la barbarie de Netanyahu en Gaza y usted hace chistes sobre Franco. Menuda talla política". Y hasta luego, Lucas. Mucho tiene que mejorar el rearme pepero, eh.

Rectifico: quien mucho tiene que mejorar el rearme es Feijóo, porque sus diputados, en general, sí que superaron el notable. Gamarra le preguntó a la viseprecidenta "cuál es la vía más rápida con este Gobierno para que una empresa consiga ayudas públicas", y esta, en un arranque de sinceridad, aseveró: "Lecciones del PP en materia de corrupción, ninguna". A Elías Bendodo se la dejó botando: "Claro, se las saben todas". El vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local genovés rubricó el mejor parlamento de la jornada. Taurino y cinéfilo, le recordó a la también ministra de Hacienda que, "al tercer aviso, se devuelve el toro al corral" y le explicó la teoría del suspense de Hitchcock: "Tienen una bomba debajo de la mesa del Consejo de Ministros, y estallará". La visepreci, acorralada e impotente, se refugió en la victimización de cartón piedra: "Deje de utilizar ese tono de superioridad moral. No sé muy bien si porque soy mujer, no sé muy bien si porque soy andaluza".

Ester Muñoz recordó que la Ley ELA se aprobó en octubre, que "el dinero no llega" a los enfermos y le pidió a Montero "por favor" que el Gobierno la financie. Montero le afeó, en un alarde de inmoralidad, que para la diputada del PP no existen las "personas que necesitan la Ley de la Dependencia", la de Vivienda, la de Memoria Democrática o los menas. Los suyos aplaudieron semejante desvergüenza, cómo no. Después, la socialista Marta Trenzano cantó las virtudes del Ejecutivo sanchista para con las víctimas de la riada de Valencia y, en su cómplice réplica, la ministra Morant pidió las cabezas de Mazón y, por ende, de Feijóo –toma pobreza infantil, Alberto–.

Miguel Tellado demostró tener sangre en las venas: "¿Qué hacía el Gobierno de España mientras morían 228 personas? Asaltar el Consejo de Administración de RTVE". El portavoz del Grupo Parlamentario Popular le notificó a Bolaños que, con la imputación de Isabel Pardo de Vera, el Gobierno "tiene más imputados que ministros" y que, si a Sánchez se le pasara "por la cabeza huir de España" con ellos, "tendría que dejar a la mitad de los imputados en tierra, porque no hay espacio en un solo Falcon para todos". Cayetana Álvarez de Toledo hizo publicidad del libro del juez Marchena: "¿Qué cree que está pasando en España para que un magistrado del Supremo tenga la necesidad de publicar un libro que se titula La justicia amenazada?". El ministro trinitario tiró de Espinosa de los Monteros, cuyo ensayo presentó la diputada popular: "Demuestra con fotografías y con actos que PP y Vox son lo mismo". En su réplica, esta le tildó de "meme", denunció el aforamiento del sociata extremeño y la colonización de la justicia: "Al menos, el 'maltratador' –o sea, Iglesias– iba de frente". El socialista, burdo: "Sus intervenciones son siempre iguales: muy engoladas para decir bobadas". Fuera, Bertrand Ndongo y Antonio Maestre bailaban el irrisorio vals de Diogo y Luis Fabiano.

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