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Caso fontanera: Ni en las previas de las peleas de Topuria hay tanto cuento

Está muy claro lo que traman. Quieren que el ciudadano de a pie se canse y pase de todo. Por eso es importante la manifestación del próximo domingo en Madrid.

Está muy claro lo que traman. Quieren que el ciudadano de a pie se canse y pase de todo. Por eso es importante la manifestación del próximo domingo en Madrid.
Leire Díez posa encantada antes de su comparecencia | EFE

Los periodistas que ponen el grito en el cielo porque Quiles o Ndongo ejercen como informadores acreditados en el Congreso de los Diputados no han dicho nada, al menos de momento, sobre la señora Leire Díez, la fontanera socialista que sostiene que conspira contra la Guardia Civil en las cloacas del sanchismo en calidad de periodista y por su cuenta y riesgo. Ni siquiera para "El plural".

El gremio está mal, muy mal. Los fontaneros han elevado una enérgica protesta porque se asocia su noble oficio con actividades político-delictivas que nada tienen que ver con el desempeño, por ejemplo, de desatrancar fosas sépticas. En cambio, Leire Díez se proclama periodista y los periodistas ni se inmutan. Faltan cinco segundos para que la pocera siente cátedra de tertuliana en lo de Intxaurrondo, lo de Ruiz o lo de Cintora, baluartes del periodismo socialista, que es al periodismo lo que la quiromancia a las matemáticas.

Pedro Sánchez y todo lo que le rodea están abocados al ridículo más espantoso. Su hermano, el célebre autor de "La danza de las chirimoyas"; su esposa, la "catedrática" especializada en la captación de fondos; Ábalos, el Torrente de izquierdas y sus despampanantes sobrinas; Cerdán, otro que tal; el fiscal general Álvaro García Ortiz, un as de la destrucción de pruebas; Óscar Puente y Óscar López, siempre por bulerías; y ahora Leire, la que faltaba, esa intrépida reportera empotrada en el alcantarillado con el encargo de esparcir materia fecal contra la Guardia Civil que investiga por orden judicial todos los casos de la mafia sociata. Pobre Leire. Que iba a escribir un libro, dice.

El sanchismo está en fase de descomposición, pero ni de lejos está acabado. Ahora es cuando resulta más peligroso, en el esperpento. Una fontanera del PSOE da una rueda de prensa para asegurar que no es una fontanera del PSOE. Víctor de Aldama (la prueba de cargo andante contra Sánchez, Ábalos, Koldo y Cerdán) se presenta por sorpresa en el evento para llamar mentirosa a la singular señora, que se ha dado de baja del partido para disimular. Y el empresario arruinado Javier Pérez Dolset, compinche de Leire, que va y empuja a Aldama de muy malas maneras.

Ni en las previas de las peleas de Topuria hay tanto cuento. Mientras tanto, Sánchez mira para otro lado y promete el noveno plan nacional de vivienda en siete años, un programa definitivo para abordar el problema de los pisos en la cumbre de presidentes autonómicos de pasado mañana. Está muy claro lo que traman. Quieren que el ciudadano de a pie se canse y pase de todo. Por eso es importante la manifestación del próximo domingo en Madrid. De alguna manera hay que decir que no estamos dispuestos a dejarnos arrollar sin manifestar una mínima resistencia de individuos conscientes y orientados.

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