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Lamentable show de un hombre profundamente decepcionado

Pedro Sánchez ha dado un espectáculo impresionante en su comparecencia en Ferraz, pero sus explicaciones han sido ya no insuficientes, sino indecentes.

Después de haber nombrado secretario de organización a José Luis Ábalos en 2017, de haber sustituido a éste con Santos Cerdán en julio de 2021, tras haber mantenido a ambos en las listas y en el cargo pese a las muchas sospechas, Pedro Sánchez ha tratado de presentarse como una víctima ante la opinión pública española, martirizado por sus propios subordinados, que le habrían decepcionado profundamente.

En una puesta en escena que sólo puede ser considerada un monumento a la hipocresía, el todavía presidente del Gobierno se ha mostrado al borde de las lágrimas, con gesto de funeral e incluso un traje más oscuro que los que suele vestir, para asegurar que, pese a todo lo que ha aparecido ya en los medios, pese a las dudas en el propio Partido Socialista que ya contó en Libertad Digital Rubén Fernández, pues a pesar de todo esto y "hasta esta misma mañana", Sánchez confiaba en Santos Cerdán.

El secretario general de los socialistas ha pedido disculpas a la ciudadanía y a la militancia del PSOE y, sobre todo, se ha mostrado profundamente decepcionado, dolido, pero pese a tanto dolor se ha limitado a anunciar una "auditoría" de las cuentas del partido, a pesar de que, tal y como ha afirmado en varias ocasiones, el Tribunal de Cuentas las ha calificado siempre de irreprochables.

Nada, por supuesto, de un adelanto electoral, nada de cambios en el Ejecutivo porque "esto no está afectando al Gobierno" y lo que sí habrá es una reestructuración en el PSOE, pero el presidente del Ejecutivo tampoco ha adelantado en qué sentido ya que, como la noticia ha caído sobre él de esta forma tan abrumadora, el pobre –entiéndase la ironía– no ha tenido tiempo de pensarlo.

Para terminar, en la fase final de su comparecencia Sánchez ha sacado fuerzas de la flaqueza que impostaba para presumir de la rapidez y la contundencia con la que el PSOE responde a la corrupción y tratar, como prácticamente cada vez que habla en público, de sembrar dudas sobre los demás partidos e insistir en que los "otros casos" que le afectan a él son bulos y fango lanzado por la derecha y la ultraderecha, etcétera, etcétera.

Ante este despliegue de hipocresía, falsa consternación y fatuidad es imposible no recordar las famosas cartas a la ciudadanía en las que Sánchez se fingió tan dolido como se ha fingido hoy y se presentó como "un hombre profundamente enamorado". Este jueves ha querido ser un hombre profundamente decepcionado y, si de algo podemos estar seguros, es de que en las dos ocasiones ha mentido a los españoles y ha representado un papel que no puede creer nadie, que es indigno del cargo que ocupa y que sólo es capaz de representar alguien sin el más mínimo escrúpulo moral, sin ninguna decencia y sin ningún respeto por las instituciones y la democracia.

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