La comparecencia de Pedro Sánchez posterior a la dimisión de Santos Cerdán será recordada como otro episodio de la red encabezada por el mismo presidente del Gobierno. Sánchez compareció en la sede del PSOE en un vano intento de frenar el alcance y las consecuencias del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre la mafia socialista. Tal elección le delata igual que le delata el exceso de maquillaje con el que trató de aparecer ante la opinión pública como un hombre súbitamente enflaquecido. Todo ese fingimiento, el tono lúgubre, el rictus fúnebre y la apariencia cariacontecida fueron parte de la puesta en escena de un plan de evasión.
Que no supo nada hasta esa misma mañana de las actividades de su número dos, sostuvo el líder socialista, que es como decir el jefe de la trama. Sánchez pretende convencer a los españoles de que Santos Cerdán le ha engañado, que él no estaba al corriente de las actividades de su secretario de organización, que no tenía ni idea del trasiego de dinero entre Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García, que está al margen de cualquier irregularidad, sea enriquecimiento personal o financiación del partido y que él es los que creen en el "poder transformador de la política". Pero Cerdán opina lo mismo. Y Ábalos. No hay más que ver cómo transformaron sus vidas al amparo de sus cargos en el partido y en el Gobierno y como hombres de su máxima confianza. Se comprende que Sánchez prefiera pasar por un inútil que lo ignoraba todo sobre sus más estrechos colaboradores que por otra cosa. Pero esa fingida estupefacción no cuadra con el personaje, no cuela. No se hace una carrera como la suya pensando que todos los que le rodean son puros y dicen la verdad.
Este asunto no sólo es un caso del PSOE. Las comisiones se cobraban a cambio de adjudicaciones del Gobierno, ya fueran sobre material sanitario o sobre obras públicas. Es cierto que uno de los robos más espectaculares de la banda tuvo lugar en el partido, en las primarias para elegir a Sánchez frente a Madina, pero era un golpe para acceder a los fondos públicos que se saquearon sin miramientos, como quien coloca a una amiga en una empresa para que cobre sin ir a trabajar.
Sánchez es el jefe de Ábalos, de Cerdán, de Koldo y de Aldama. Esa banda es su banda y todos los indicios le señalan. Habrá que insistir otra vez. Está imputada la esposa del presidente del Gobierno, el hermano del presidente del Gobierno, el fiscal general del presidente del Gobierno y los dos últimos números dos del presidente del Gobierno, entre otros. El elemento conector es evidente.