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¿Cuándo y cómo caerá Pedro Sánchez?

Pablo Iglesias tiene en la mano volver a ser la referencia de la izquierda radical si provoca un adelanto electoral.

Pablo Iglesias tiene en la mano volver a ser la referencia de la izquierda radical si provoca un adelanto electoral.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, reunidos en Moncloa días después del 28A. | Cordon Press

Las cloacas del gobierno no dan más de sí y empiezan a saturar a los propios medios y jueces. Ya no dan abasto. Pero Sánchez sigue impertérrito con el chubasquero perdido de mierda como si nada fuera con él.

Está arruinando los pilares básicos de la democracia, alentando el conflicto civil, destruyendo los valores cívicos y la confianza en la política. Con una desvergüenza nauseabunda. Pero ahí sigue, como si la nación y la Ley fueran su finca particular.

Ante tanta degradación, la única certeza que tiene cualquier español es que Pedro Sánchez no dimitirá.

Tal certeza es deprimente. Como si los sistemas de seguridad del Estado de Derecho hubieran sido superados y la ciudadanía asumiera resignada el destino del tirano.

Queridos lectores, no hay mal que cien años dure. O si quieren ponerle un poco de mala leche: a todo cerdo le llega su San Martín. Su certeza sigue siendo incontestable: Pedro Sánchez no dimitirá, pero su vida política tiene los días contados. Con certeza. Independientemente de lo que haga o deje de hacer ya. El verdugo que le ha de rebanar el pescuezo, hace días que está afilando el hacha.

Este artículo podría haberse titulado: LA VENGANZA. Y hubiera sido más exacto. Le mantengo unas líneas más el suspense para recrear la atmósfera del crimen.

Hasta la salida de los audios de la UCO, la legislatura hubiera perdurado a voluntad de Pedro Sánchez. Aún dependía de su tiranía narcisista seguir en el poder por muy bollado que estuviera el Peugeot, pero a partir de esos audios diáfanos, se vinieron abajo como un castillo de naipes todas las barricadas de la fachosfera. Se acabó el hechizo para dar espacio a la burla y el escarnio. Aunque resulte denigrante recordarlo, arrastran más dos tetas que dos carretas. O en román paladino, el comportamiento mafioso veteado de lenguaje putero fue más letal que toda la corrupción política de los EREs, la amnistía, el CIS, o la venta del Tribunal Constitucional. Así es España. Para bien y para mal.

Vuelvo a LA VENGANZA. Demasiadas veces en la vida, y por tanto en la política, pesan más el rencor y el resentimiento personal, que la ideología, los planes de gobierno o el bien común. Un político narcisista jamás perdona la humillación pública. Y Pablo Iglesias es muy rencoroso. Hay tres personas que le han humillado públicamente: Pedro Sánchez, Yolanda Díaz e Isabel Ayuso. Esta última no cuenta para la ocasión.

Empecemos por el ladrón de proyectos, Pedro Sánchez. El diseño de este gobierno que estamos sufriendo fue ideado por el profeta de Podemos. La España plurinacional de batiburrillo y la mentira como arma revolucionaria fue una innovación venenosa de Pablo Iglesias. Él fue el que excitó la salivación del poder en Pedro Sánchez con aquella frase histórica que pronunciara como vicepresidente, el 6 de junio de 2020: "La derecha no volverá a ejercer el poder en España". Él fue quién convenció a Pedro Sánchez para ir de "corre ve y dile" a la cárcel de LLedoners para convencer a Junqueras y a los meapilas de Puigdemont para lograr apoyos al gobierno de coalición o apoyos para la investidura. Allí ya estaba incubada la plurinacionalidad, la amnistía y lo que conviniera para tener mayorías sin necesidad de ganar elecciones. Bastaba con amontonar en una letrina gubernamental toda la casquería nacionalista de izquierdas y derechas con el odio a España como bandera. La vuelta a la guerra civil fue cosa de Rodríguez Zapatero: Ya la había diseñado con aquella idea de tensionar las elecciones en 2008.

Fue Pablo Iglesias quién coincidió con la ambición de Pedro Sánchez en utilizar la mentira como arma revolucionaria. Al menos el primero conocía el juramento de Adolf Hitler ante los tribunales en 1930 en Leizpig: "la Constitución establece solo el marco mental del conflicto , no especifica el objetivo". Toxicidad idéntica a los argumentos de la ponente de la legitimación de la amnistía en el Tribunal Constitucional español. Juan Luis Cebrián lo señalaba en "Cerdanadas constitucionales", citando a su vez La quiebra de la democracia, libro de Juan José Linz, donde señalaba la declaración de intenciones del futuro Fühner para la Alemania nazi que pretendía diseñar: "«Penetraremos las organizaciones legítimas y de esta forma haremos de nuestro partido el factor decisivo. Para hacerlo, una vez que tengamos el derecho constitucional, moderaremos naturalmente el Estado según el molde que consideremos adecuado». Nazis, fascistas y comunistas aprendieron la lección. Todavía perdura en la Venezuela de Maduro y de Rodríguez Zapatero". Y habríamos de añadir, que la España de Pedro Sánchez ya le ha dado algunas dentelladas a instituciones claves: al TC, al CIS, la Fiscalía, Empresas de participación pública, medios de comunicación, Reforma Judicial…, y en proceso de generalizarlas a todas.

Yolanda Díaz es su otra fijación. Él la subió a la vicepresidencia, y ella, muy campanuda, le traicionó. De la peor manera. La que sólo una mujer puede hacer a un hombre engreído, pagado de sí mismo, pagafantas y narciso: obviándolo y robándole el proyecto de Podemos con Sumar. Hasta hace unos meses, la herida sangraba por un Podemos en vías de desaparición. Pero desde los audios de la UCO, la realidad política ha vuelto a repartir cartas, y a Podemos le han caído cuatro ases. Todos los socios del gobierno están maniatados en esa ratonera de buitres, menos Podemos. La ruptura no mejora su situación, pero sí puede resucitar a Podemos. Pablo Iglesias tiene en la mano volver a ser la referencia de la izquierda radical si provoca un adelanto electoral.

Y lo hará, tanto por cálculo electoral: sería la oportunidad de suplantar a Sumar, como de vengarse de la listilla y del usurpador. No me atrevo a inclinarme qué opción de las dos pesará más a la hora de llevar a cabo la venganza. Pero acabo de escribir venganza como acto fallido…

¿Cuándo? Cuando su mente calculadoramente maquiavélica encuentre la mejor ocasión. Es decir, cuando más débil esté Sumar y más credibilidad haya perdido Yoyolanda. O cuando el zarpazo humille más a Pedro Sánchez como representante de la izquierda. Sólo es cuestión de cálculo y de acontecimientos que precipiten la ocasión, sin perderla.

¿Cómo? Con cualquier fórmula que le beneficie. Montándole un tsunami mediático si los acontecimientos judiciales se vuelven insoportables, retirándole el apoyo parlamentario de la forma más maquiavélica posible, y seguramente, con nocturnidad y alevosía; o incluso provocando o facilitando una moción de censura sin que sus compañeros de viaje le puedan recriminar compadreos con la derecha.

Estos son los números: Antes de los audios, Podemos no renovaba la representación parlamentaria. Después del compadreo de Sumar y Yolanda Díaz con Pedro Sánchez, vuelve al Congreso. En la encuesta de IPSOS para la Vanguardia del 15 al 21 de Mayo de 2025, Podemos no lograba representación parlamentaria (2,7%), mientras Sumar sí con 6,2%. Pero en el estudio de DYM para 20 minutos del 14 al 19 de mayo de 2025, Podemos alcanzaba ya representación parlamentaria con un 5,1%, mientras que Sumar se estancaba en un 6,2%. Y aunque, al ir por separado perdían 1 punto en este 2025 (11,3%) respecto al 12,3% de 2023 (sólo Sumar), doy por sentado que la venganza y el rencor prevalecerá en estos seres ruines.

Pablo Iglesias, sin embargo, ha de darse prisa; en cualquier momento, un audio, un vídeo o un chivatazo por conveniencia puede arrasar a Pedro Sánchez en un abrir y cerrar de ojos. A estas alturas quien siga creyendo que Pedro Sánchez no es la X es que pertenece a su banda, o está en la inopia. Y quien crea que saldrá de ésta, que deje de masticar caramelitos azucarados de TVE.

CODA. Mientras tanto, relájese y diviértase con Abraham Gómez Rosales.

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