
El mundo educativo está convirtiéndose en un escenario complejo. Como en otros escenarios, el mundo educativo es fascinante por la diversidad de los discentes, y en algunos casos, pero no quiero hoy referirme a estos, también por las actitudes bien diversas de los docentes.
Los discentes, en sus diferentes niveles, son una mezcla de ingredientes en los que predomina la ingenuidad, el optimismo esperanzado y, en ocasiones, la ausencia de rubor ante argumentos infantiles que, no merecerán indulgencia por lo toscos e inaceptables.
Permita el lector una confidencia que, de no proceder de una fraternal confianza, merecería castigo implacable. Me incorporé a la actividad docente universitaria en el curso 1961-62, como Profesor Ayudante de Economía Política, Hacienda Pública y Derecho Fiscal, en la Universidad de Valencia.
Desde entonces, la fascinación por esa mezcla de ingenuidad y honesta falta de pudor del alumnado, según los casos, ha llamado mi atención, manteniendo así su atractivo hasta los momentos actuales, con una perspectiva en permanente evolución y ajena a las sorpresas, aunque, siempre vital en el alumnado universitario.
Tengo muy presente un recuerdo evocador, a la vez que agradecido, a esa mezcla a la que me he referido, que se hacía visible cada vez que acudían los alumnos a la llamada "Revisión de Exámenes". Una revisión, que honestamente tenía pleno sentido cuando la calificación obtenida de la prueba escrita difería, a juicio del alumno, de la que él esperaba; esto equivalía a afirmar que el criterio de valoración del profesor distaba del que se aplicaba el propio alumno.
Los recursos esgrimidos por los afectados eran varios, quizá el más frecuente era el intento de convencer al profesor de la extensión – seis páginas – del correspondiente examen, no tanto de su contenido.
Lo vivido con tales experiencias, me ha permitido acercarme hoy a lo que nunca pensé que debería hacerlo: a la complaciente autoevalución del presidente del gobierno, señor Sánchez, sobre sus decisiones, vivencias, interpretaciones, proyectos… Para atenuar el trauma, me he refugiado en mi acumulado conocimiento pretérito, como profesor universitario, a la hora de atender, con afecto, las revisiones de exámenes.
¿Puede el presidente del gobierno evaluarse con criterios tan diferentes a los utilizados por sus gobernados? El título que encabeza estas líneas es, literalmente, del propio presidente, aunque me permito completar su referencia: "España cumple y sigue liderando en Europa la ejecución del Plan de Recuperación".
Comparen ese principio categórico, indubitado en su extensión, con la decisión, simultánea a tal proclama, de Bruselas, decidiendo no transferir otros 1.100 millones de los fondos europeos, fundamentalmente, por tres razones: la primera, por no haber cumplido con el cambio prometido de la fiscalidad al diésel; la segunda, por no haber completado el compromiso de digitalización de las entidades regionales y locales; y la tercera, quizá más importante, por no haber resuelto el problema de la temporalidad de los trabajadores públicos interinos, relativa al primer pago.
Es decir que, volviendo al título de hoy "España cumple…" pero poco, y no suficiente para sus compromisos. La verdad es que los alumnos eran menos arrogantes
