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¿Por qué llamarles Gobierno?

¿Qué ocurre cuando los miembros de un gobierno son un conjunto de allegados, cada uno con sus propios objetivos que, les impide afanarse en los ordenados por quien les preside?

Supongo que, desde hace tiempo, es una pregunta que se hacen muchos españoles, entre los que me cuento, en primer lugar, porque sólo se puede llamar gobierno – en una dimensión personal como en otra colegiada – cuando la persona o el grupo de personas a quienes se aplica tal apelativo, ante todo, ejercen la función de gobernar realmente.

No confundamos gobernar con mandar. Este último, en términos muy sencillos de la R.A.E. supone "Manifestar la voluntad de que se haga algo", pero sin exigir coherencia o sumisión a principios de orden superior, encaminados a un fin perseguido o querido para el bien de una comunidad.

Gobernar, ejercer el gobierno, cualquiera que sea su ámbito territorial o funcional es encaminar las acciones del grupo social de referencia a un fin determinado y, seguramente con unos límites impuestos desde el principio. En este sentido hablamos, por ejemplo, de gobierno constitucional, gobierno parlamentario, gobierno representativo o, por qué no, de gobierno absoluto.

Si es cierto, aunque en ello parece haber dudas, que en nuestra España tenemos aprobada una Constitución, podríamos hablar de gobierno constitucional que, de nuevo la R.A.E. lo define como: "Régimen político basado en la soberanía nacional, asentado en una constitución que define y articula los poderes del Estado". ¿Tenemos realmente un gobierno constitucional?

Cualquier gobierno, presupone una coherencia en los principios/valores de sus miembros para que, de la acción de gobernar surja, acorde con la voluntad constitucional, el bien, la prosperidad, el respeto al estado de derecho y el reconocimiento de la dignidad de cada ser humano y cada grupo social.

¿Qué ocurre cuando los miembros de un gobierno son un conjunto de allegados, cada uno con sus propios objetivos que, les impide afanarse en los ordenados por quien les preside? Los ejemplos son numerosos.

Mirando al Ministerio de Interior, parece ser que los antidisturbios de la Guardia Civil no pudieron intervenir a tiempo en Torre Pacheco, por falta de presupuesto. Difícil de asumir si pensamos que una Vicepresidencia y doce Ministerios del gobierno Rajoy, se convirtieron en tres Vicepresidencias y diecinueve Ministerios, con el primer gobierno de Sánchez; semejante despilfarro, agota cualquier presupuesto.

La ministra de Trabajo, usurpando, de facto, las funciones de Vivienda, cacareó la fórmula para resolver este problema en España: copiar el sistema soviético, sin compradores, constituyendo cooperativas de uso, aunque, la localización del inmueble a usar la decidía el Gosplán o el Soviet local.

También el Ministerio de Sanidad trató de acabar con el mal llamado privilegio de atención sanitaria para los cotizantes de MUFACE, aunque, tras su fracaso, reinó el habitual silencio.

La propia ministra de Defensa ha asumido el ridículo papel del presidente que la nombró, renunciando – caso único en la U.E. – a ampliar el presupuesto de defensa/armamento más allá del 2,1% del PIB.

¿Nadie tiene valores como para impulsarles a dimitir defendiéndolos? Ante esta obviedad, pienso que sí puede existir un valor común a todos los que llamo allegados, llamándose ellos gobierno: su objetivo, el de todos, es mantenerse en su puesto, sin importar a qué coste en términos de honor.

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