
Este sábado se cumplen 86 años del Pacto de No Agresión entre la Unión Soviética y la Alemania nazi. El documento tenía un anexo secreto que establecía sus respectivas zonas de influencia en Europa Oriental. La frontera septentrional de Lituania marcaba el límite a partir del cual Stalin podía intervenir en los Estados bálticos. "En caso de reordenación territorial y política de las regiones pertenecientes al Estado polaco, las zonas de influencia de Alemania y de la URSS estarán delimitadas aproximadamente por el Narew, el Vístula y el San".
El Protocolo "será tratado como estrictamente secreto por ambas Partes" y se firma en Moscú el 23 de agosto de 1939. Ribbentrop en nombre del Reich y Molotov por la URSS. Ocho días tardaron los nazis en entrar en Polonia y 24 los comunistas.
Stalin ordenó la invasión de Finlandia a los tres meses del anexo secreto. El resultado fue un tratado de rendición -13 de marzo de 1940 en Moscú- por el que el país cedía el 10% de su territorio y, posteriormente, un 20% de su capacidad industrial y el 33% de sus instalaciones productoras de energía hidroeléctrica. ¿Será algo así lo que le están negociando a Ucrania entre Putin y Trump? En 2023 Finlandia se unió a la OTAN. Comparte 1.300 kilómetros de frontera con Rusia.
Lituania, Letonia y Estonia fueron anexionadas como repúblicas soviéticas en junio de 1940. Desde 2004 son miembros de la OTAN y tal día como hoy hace 36 años -el 23 de agosto de 1989- ganaron su libertad y el derecho a decidir su futuro. En esa fecha, dos millones de personas formaron una cadena humana de 600 kilómetros que unió Vilna, Riga y Tallin.
La Cadena Báltica se planeó para que coincidiese con el aniversario de la firma del pacto nazi-soviético y tuvo el respaldo moral de las democracias occidentales que nunca aceptaron la soberanía del Kremlin. Estados Unidos condenó la ocupación y no reconoció la anexión. La decisión se tomó en julio de 1940 y fue la postura oficial estadounidense hasta 1990, año en el que los Estados bálticos declararon su independencia de la Unión Soviética. Hoy el presidente Trump acepta el derecho de conquista de Putin sobre Crimea y el Dombás y hace negocios con él.
Ese no reconocimiento contribuyó a mantener la esperanza de que algún día los ciudadanos de los países bálticos volverían a ser libres. Las democracias tienen la responsabilidad de ofrecer un mensaje claro y coherente sobre la libertad y el Estado de derecho. Un mensaje de autoridad moral en el respaldo de las normas internacionales. Eso es lo que no tiene el presidente Trump: la autoridad del hombre que es moral. No es un gobernante democrático. Es un mercachifle autoritario que ha dilapidado su fondo de comercio, la marca de la casa: la defensa de la Libertad.
Tengo algunos conocidos -militares- en los que persiste la idea de que Putin invadió Ucrania como consecuencia de una provocación previa. Convencidos de la debilidad de los ejércitos de la OTAN, consecuencia de la debilidad de sus sociedades, llegan a la conclusión -sin explicitarla- de que lo más práctico hubiese sido ceder ante Putin y rendir Ucrania. Así que voy a limitarme a proporcionarles a ustedes información para que saquen sus propias conclusiones.
El 31 de mayo de 1997, los presidentes Boris Yeltsin y Leonid Kuchma, firmaron en Kiev el Tratado de Amistad, Cooperación y Asociación entre la Federación de Rusia y Ucrania. Les destaco algunos de sus artículos:
"Anexo I, artículo 2. Las Altas Partes contratantes, de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas…, respetan la integridad territorial de ambos Estados y reafirman la inviolabilidad de las fronteras actualmente existentes entre ambos.
Anexo II. 1. Los acuerdos firmados crean las condiciones para el funcionamiento normal de la flota rusa del Mar Negro y para que ésta utilice su base principal en Sebastopol, en arrendamiento por un plazo de 20 años. (El arrendamiento concluía en 2017; Putin ocupa militarmente la península de Crimea y la anexiona el 18 de marzo de 2014).
Anexo II. 2. Los Presidentes consideran que los documentos relativos a las relaciones entre la Federación de Rusia y la OTAN, y entre Ucrania y la OTAN, garantizan los intereses nacionales de sus respectivos países y contribuyen al fortalecimiento de la seguridad y la estabilidad en la región euroatlántica".
Esas relaciones de Ucrania que "contribuyen al fortalecimiento de la seguridad" se explicitan en los acuerdos alcanzados en la Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid el 9 de julio de 1997 -un mes después de la firma del Tratado con Rusia-. La Carta sobre una Asociación Distintiva no menciona el término 'adhesión'. Detalla los niveles de colaboración militar con la Alianza. No es razonable argumentar que este documento fuese desconocido por el Gobierno ruso. Es en agosto de 2009 -en una Declaración complementaria a la Carta- donde se menciona el término 'adhesión' de manera suficientemente imprecisa: "Respaldar los esfuerzos de Ucrania para llevar adelante sus reformas políticas, económicas y de defensa en relación con sus aspiraciones euroatlánticas de adhesión a la OTAN, centrándose en objetivos democráticos e institucionales clave". ¿Es este el motivo que justifica para algunos que 13 años después Putin invadiese Ucrania?
"En primer lugar, exige lo máximo y no te avergüences de tus peticiones. Exige incluso lo que nunca te ha pertenecido. En segundo lugar, presenta ultimátums. Amenaza con la guerra, no escatimes en amenazas y luego propón negociaciones como salida a la situación: siempre habrá gente en Occidente que muerda el anzuelo…" Son los consejos que impartía a los jóvenes diplomáticos Andréi Gromiko, el alumno aventajado de Molotov.
Seguro que Putin aprendió de Gromiko. El autócrata manipula a un senil Trump que hoy amenaza, mañana adula y pasado… te sube el arancel, o te lo baja. Los rusos se ríen de esa 'herrenrase', esa 'raza de señores' que se sienten superiores para los que la democracia es un incordio y la libertad un gasto inútil. Al final va a tener razón Zapatero. Los chinos son más sofisticados que estos patanes. Su jefe parece estable emocionalmente. Y no gruñe.
