
Generalizada es la queja ciudadana sobre la perversidad de nuestra entera casta política. Cualquiera puede comprobar con extrema facilidad la desvertebración cuasi absoluta de la nación española. No existe idea de nación en la mayoría del pueblo español. La cosa de las Autonomías oculta lo fundamental: la Nación. He ahí una de las explicaciones para comprender que la esfera pública-política está en estado ruinoso. Junto a esa primera aproximación a la situación espiritual y política de España, también puede probarse con sencillez que las instituciones políticas están en vilo, o a punto de derrumbarse definitivamente, bien porque están devoradas por la entente entre separatistas y socialistas, o sea por el sanchismo, o bien porque están pendientes de los intereses electorales del PP y VOX. Sin Nación y con un Estado de Partidos contra las personas, o sea contra los ciudadanos, se explica la decadencia del Estado español, sufrida cotidianamente por el ciudadano medio cuando tiente que pagar el precio de la cesta de la compra, o utilizar unos servicios públicos cada vez más deteriorados.
Todo empeora para el ciudadano medio, en fin, para la clase media española, supuesto que siga existiendo tal "clase" como se conocía hace veinte años. Sobrevivimos en un Estado perseguidor antes que protector de la ciudadanía. Y esta misma ciudadanía con instinto civil se rebela cada día y no para de quejarse: ve, pues, con claridad meridiana que el primer culpable, naturalmente, de la situación en la que está España es el Gobierno. Pero, inmediatamente, busca más culpables, y no se para en matices y, con toda razón, condena a los otros, a los "compadres" políticos que tienen el Gobierno central y los mesogobiernos regionales y locales en las instituciones públicas…; sí, hay un segundo responsable, nadie lo dude, de la decadencia de España: la Oposición. La ciudadanía, como dice el dicho, atrocha por lo "segao" y condena a la Oposición, entre otros motivos, porque es incapaz de forzar una alternancia en el poder político. La casta política es la responsable directa del estado lamentable de la nación. En pocas palabras, la llamada partitocracia, los partidos políticos convertidos en vulgares empresas de colocación, dominan la vida política… O sea la partitocracia está arruinando la esfera pública-política e, indirectamente, está dañando nuestra vida privada hasta el punto de que nos cuesta distinguir lo normal de lo descabellado.
Todo esto, obviamente, es muy conocido.Y, sin embargo, lejos de llevarnos al encanallamiento total, o sea a sobrevivir con la anormalidad, lo excepcional, como si fuera algo común a nuestra sociedad, la ciudadanía, lo mejor de la sociedad española, cree que esto puede cambiarse. La sociedad civil en España aún no ha claudicado ante el Estado. ¡Hay sociedad civil! Aún no se ha dejado invadir por el desánimo. Millones de individuos han evitado, como pregonaría el poeta, la facilidad peor: el apocalipsis. En efecto hasta hace poco era más o menos una abstracción culpabilizar a la entera casta política de todos nuestros males, pero, y ese es el gran salto, son muchos los grupo sociales y los ciudadanos que empiezan a dar cada uno lo suyo, así se revela en muchas encuestas sobre expectativas electorales, por ejemplo, en Cataluña, el trasvase de votos de unos partidos a otros es significativo y, a veces, hasta espectacular. Tampoco puede echarse en saco roto que, después de cada arremetida aún mayor del gobierno de Sánchez contra los jueces, desde que alcanzara un acuerdo con Junts para investirlo presidente, las principales asociaciones de jueces y fiscales siguen reaccionado con firmeza contra el Ejecutivo y en defensa del Estado de Derecho. También en el ámbito de la creación de opinión pública política, especialmente en algunos medios digitales, ha aparecido una corriente de opinión que no sólo critica al sanchismo, sino que, a la vez, exige a la Oposición una mayor contundencia, imaginación política, en fin, inteligencia para acabar con el sanchismo. La Sociedad Civil, y eso le molesta mucho a la casta política, resiste, y, lejos de ser cada vez más débil, aparece donde menos se le espera, sí, es una alegría ver a jóvenes por todas partes en España discutiendo sobre toros y toreros, enervándose por la inmigración ilegal y por la baja calidad de nuestras universidades… Y para qué citar la canción del verano sobre Sánchez y la fruta.
En fin, el fulano de La Moncloa aguanta, pero la sociedad civil no está muerta. Resiste y, además, está ilusionada. Ojalá todo eso fuera estímulo clave para la movilización ciudadana y, sobre todo, para que el personal de la Oposición no se dedicara a compadrear con los de su casta, en este punto, injusto sería no reconocerlo, VOX les está dando una lección al PP.
