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La flotilla de siempre Hamás y una bofetada a la dignidad moral

Van a un lugar de sufrimiento y se toman la desgracia de tantos como instrumento de festividad carnavalera adobada de propaganda política y electoral.

Van a un lugar de sufrimiento y se toman la desgracia de tantos como instrumento de festividad carnavalera adobada de propaganda política y electoral.
BARCELONA, 31/08/2025.- La exalcaldesa de Barcelona Ada Colau junto a los barcos que forman parte de la flotilla en el puerto de Barcelona este domingo. La flotilla Global Sumud sale este domingo desde Barcelona y con destino a Gaza, en una acción solidaria con el pueblo palestino en la que participan entidades de 44 países. EFE/ Toni Albir | EFE

Uno no sabe cuándo comenzó la escisión ética en un Occidente destinado a representar los valores de la ciencia y la tolerancia. Tal vez durante la radical confrontación católica-protestante. Seguramente tras la barbarie de las revoluciones inglesas y francesa de 1648-1688 y 1789-1802. Bajo el pretexto de la defensa de la democracia y las libertades, cientos de miles de ingleses, escoceses e irlandeses fueron masacrados por Cromwell[i]. En Francia, los crímenes de los dogmáticos intérpretes de los racionales derechos humanos se cuentan por centenares de miles.

Matar es pecado: ese era el legado de la Europa fraguada por el cristianismo, se cumpliera o no. Pero en un momento impreciso se gestó la anticivilizadora idea de que unos asesinatos eran buenos por necesarios y racionales (para unos) y racionales mientras otros eran perversos por ser obra de los objetos de su odio y fruto de su inhumanidad. Si matan los nuestros, la matanza es aceptable, justificable y deseable, pero si son los otros los que hacen lo mismo, se justifica todo, incluso su genocidio.

El ejemplo más reciente de esta hemiplejia moral la ha dado esa flotilla vertiginosa, por lo sensible que es al vértigo habitual del oleaje marino y por lo velozmente que han regresado a puerto dos veces, que silencia los crímenes de Hamás, que olvida la participación de dirigentes religiosos palestinos en el holocausto nazi en la II Guerra Mundial y que ahora, centra todo su interés en el comportamiento militar de Israel en Gaza mientras olvida la dictadura de Hamás, sus crímenes incluso contra otras organizaciones como la OLP de Arafat y el atentado criminal del 7 de octubre de 2023 con los rehenes muertos y vivos que aún se pudren en los túneles terroristas.

Pero no me extenderé sobre este comportamiento cínico, sino que me referiré a otro aspecto del espectáculo de la flotilla, diminutivo que responde perfectamente a su carácter crecientemente menguante. Tampoco a sus falsificaciones de Inteligencia Artificial, ni a los mareos, al parecer insoportables, de sus mentores que les impiden completar siquiera una singladura. Me refiero a la inconsecuencia de quienes van a un lugar de sufrimiento y se toman la desgracia de tantos como instrumento de festividad carnavalera adobada de propaganda política y electoral.

Se tendrá la opinión que se tenga sobre lo que lleva ocurriendo en aquel lugar del planeta paradójicamente conocido como Tierra Santa, casi siempre pero especialmente desde 1948 o antes, si se quiere. Pero de lo que no cabe duda alguna es de que es un espacio de dolor y padecimientos para quienes allí viven, sufrientes todos de violencia, de amenazas, de inseguridad y no pocas veces de barbarie. Tomarse ese calvario con banalidad trocándolo en liviana caricatura es miserable.

Por eso me he acordado de Miguel Hernández, el grandísimo poeta de Orihuela y colaborador de la monumental obra de José María de Cossío sobre los toros – lo destaco porque muchos lo desconocen -, que reaccionó con entereza moral y dignidad ante otro espectáculo burlesco y jaranero que se representaba en el Madrid frentepopulista mientras los soldados de a pie combatían en las trincheras. Por si hay quien lo ignora, lo refiero.

Rafael Alberti, inmenso poeta de la generación del 27 pero también severo depurador de enemigos del Partido Comunista y de la II República, y su esposa, María Teresa León, se alojaron desde el comienzo de la guerra en el palacio requisado de los Heredia-Espínola y lo convirtieron en sede de la prosoviética Alianza de Escritores Antifascistas. No serían todas sus actividades, pero bastantes consistieron en la organización de fiestas, agasajos a correligionarios, banquetes e incluso bailes de disfraces.

El mismo Alberti cuenta: "¿Quién podrá olvidar a Luis Cernuda, vestido de caballero calatravo; al poeta negro Langston Hughes, con traje y colorida capa de rey negro; a León Felipe con gorro y uniforme de Gran Duque Nicolás, ¿etcétera? Octavio Paz, uno de los asistentes con su esposa Elena Garro, cuenta que vio al propio Alberti disfrazado de "domador de un circo quimérico". Fuera, describía Paz, "caían bombas y estallaban obuses, había poco que comer y mucho que padecer."

En febrero de 1939 y con la guerra perdida a sólo dos meses de su final, Miguel Hernández vino de las sufridas zanjas del frente donde combatía y se acercó al palacio cuando se iba a celebrar una fiesta en honor de la mujer antifascista. Había callado mucho tiempo sobre aquellos comportamientos, pero aquel día explotó.

Cuenta uno de más reconocidos biógrafos, José Luis Ferris: "Hernández irrumpió en el edificio de la Alianza y, tras descubrir el ambiente festivo que se respiraba en aquellos salones, los preparativos, los manteles, el supuesto lujo, y los alimentos dispuestos en las mesas, no pudo ocultar su indignación ante lo que le pareció un derroche y un alarde de resabio burgués mientras él y otros combatientes seguían jugándose el tipo en las trincheras. No había, además, en aquel palacio mujer antifascista que se pareciera a las campesinas que había visto en los pueblos y en los frentes luchando como hombres."

Se enfrentó a gritos con Alberti, se insultaron y luego, retado a repetir lo dicho, se fue a una pizarra y escribió con tiza: "Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta", tras lo cual, María Teresa León le pegó una bofetada (otros dicen que puñetazo) que lo hizo caer al suelo. Hubo muchos testigos.

Curiosamente, en 1936, muchos de los inspiradores de aquellos festejos, Alberti y León sobre todos ellos, se habían indignado porque la Guardia Civil había abofeteado a Miguel Hernández el 6 de enero de 1936 en San Fernando del Jarama: "Protestamos de la vejación que representa abofetear a un hombre indefenso", manifestaron entonces.

Encuéntrense semejanzas y diferencias con la carnavalesca aventura de la flotilla de siempre Hamás. Ante el dolor, la frivolidad, la doblez de raseros y la manipulación son un ultraje intolerable para todas las víctimas.


[i] Por cierto, nunca han prosperado los intentos de retirar su estatua del Parlamento británico.

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