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El día siguiente a la muerte de Kirk

La única forma de imponer ideas fallidas y recetas ya probadas que no funcionan es mediante la violencia.

La única forma de imponer ideas fallidas y recetas ya probadas que no funcionan es mediante la violencia.
Charlie Kirk, junto a su famila. | Instagram

La izquierda tropieza una y otra vez en la violencia. La izquierda posmoderna, en contra de lo que predican, es mucho más vulnerable a la tentación de la violencia o del totalitarismo, porque está mucho más vacía. Es más vulnerable al odio. En parte porque vive en la frustración permanente de defender un núcleo ideológico cada día más alejado del mundo real, con sistemas que fracasan en cuanto salen de los viejos manuales de sociología y se topan con la realidad, ya sea económica o biológica, y en parte porque la utopía comunitarista, así como la obsesión identitaria, necesitan como requisito previo deshumanizar al individuo. Al final, la única forma de imponer ideas fallidas y recetas ya probadas que no funcionan es mediante la violencia.

Violencia es la de Maduro en Venezuela; violencia es la del Gobierno animando a boicotear por la fuerza La Vuelta, y violencia, claro, son los asesinatos políticos, de Uribe a Kirk, pasando por las pedradas a Milei, y por los tiroteos a Trump durante la campaña. ¿Qué nos van a contar de violencia izquierdista en España? No hace falta ir muy lejos en el tiempo. Mi generación vio a Aznar salir ileso de puro milagro de los restos de un coche humeante, vio a Ortega Lara saliendo de un zulo infecto, y lloró el deprimente asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos del terror nacionalista y socialista de ETA.

A quienes vengan ahora a poner la nota al pie, diciendo que hablar de la violencia sistémica de la izquierda es un reduccionismo, tengo que decirles que a esta hora hay cientos de tiktokers impulsando una campaña de bailecitos para celebrar la muerte de Charlie Kirk, hay tuiteros que están reuniendo decenas de mensajes de profesores de colegios y universidades americanas que aplauden su asesinato, y hay enviados especiales españoles entrando en directo desde USA para mentir vilmente sobre la víctima, para trasladar la vomitiva idea de que tal vez se lo había buscado, supongo que por debatir cara a cara y con educación con quienes pensaban diferente.

Qué decir de Guardans –mejor nada-, de los diarios -y esas radios que usted y yo sabemos- teóricamente conservadoras que llevan años difundiendo falsedades mainstream sobre USA, con corresponsales extranjeros que parecen asalariados de Mother Jones, o del conocido diario regional español que tuvo que rectificar su primer titular en el que se anunciaba que habían disparado al "propagandista ultra"; una vez que se confirmó su muerte, supongo que insultar al muchacho les pareció excesivo.

Es decir, que sí, pero no. Que hay una tendencia general en la izquierda a deshumanizarse y a deshumanizar salvajemente al que consideran enemigo. Un fenómeno llamativo que comprobé este jueves es que no pocos comentaristas españoles que insultaban a la víctima repitiendo un reguero de mentiras y frases sacadas de contexto, no tenían ni puñetera idea de quién era, ni se habían tomado la molestia de escucharle o leerle al menos una vez.

Insultaban a la víctima porque The New York Times y CNN también lo hacían. El Times, a propósito, en la etapa más abyecta y triste de su historia, acaba de rectificar con una pequeñísima nota al pie las palabras inventadas que pusoel jueves en boca de Kirk, cadáver aún caliente, para decir que era antisemita, al comprobar que se trataba de una cita antisemita de otro que Kirk leía en público para criticarla inmediatamente después. Y así todo.

Sé que el festival de horrores que la izquierda violenta y rencorosa está exhibiendo para festejar o justificar la matanza de este joven padre de familia puede resultar desalentadora para muchas personas. Sé que es duro comprobar que vivimos tan estrechamente rodeados de la maldad, del odio, de tipos poseídos de rencor. Pero es bueno verlo de vez en cuando, para confirmar que cada día, cada uno de nosotros, hemos de elegir entre el camino de la luz o el de la tiniebla. Y es bueno también recordar que, por cada infame comentario en los medios, en la calle o en las redes, hay cientos de corazones buenos deslizando una oración por Kirk y su familia, escuchando sus podcasts por primera vez, o agradeciendo a Dios haberlo conocido.

Nada será igual en la guerra cultural que se libra en todo Occidente tras el asesinato de Kirk. Quienes lo pusieron tantas veces en la diana, y aún hoy, ya muerto, lo siguen poniendo, se van a arrepentir de haber hecho universal su discurso y su legado. Kirk no era ningún exaltado fascista. Era un conservador cristiano que dedicó su vida a ayudar a otros jóvenes a encontrar el bien, la belleza y la verdad. Por eso lo mataron. Porque su discurso era coherente, sincero, y eficaz. Porque habla de hombre a hombre, sin consignas prefabricadas. Hoy más jóvenes que nunca en Estados Unidos y Europa, interpelados por la injusta muerte de Kirk, levantarán su misma bandera con orgullo, serenidad, y gratitud. Son esperanza.

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