
Yo pasé los primeros sesenta años de mi vida en Cataluña, pero he empezado a comprender mucho mejor ese lugar – y también la naturaleza humana – desde que resido en la otra esquina de la Península, justo al lado de la frontera con Portugal. Con frecuencia, suelo atravesar la raya en el suelo que sirvió en su momento para inventar nuestros dos países. Y lo que más me sorprendía en mis primeras incursiones por las feligresías próximas a la región de Oporto era toparme con tantas familias, todas de inequívoca apariencia local, que hablaban francés entre ellas.
Tras varios viajes, acabé descubriendo que, tal como sospeché de entrada, eran genuinos portugueses, todos autóctonos de la zona, pero que habían emigrado en su día a Francia. Por lo demás, la impostura teatral de usar en sociedad ese idioma que no es el suyo cumple la función obvia de tratar de distinguirse de sus paisanos con cierta pretensión de superioridad. Quería escribir hoy de un misterio demoscópico, el de que tantos electores catalanes de origen no local manifiesten ahora la intención de votar al nuevo partido independentista de Silvia Orriols. Y la anécdota chusca de los portugueses "francófonos" ayuda a explicar, si bien sólo en parte, el enigma.
Personalmente, creo que Silvia Orriols va a arrasar; algo que no me parecería mal, por cierto. La última encuesta seria augura que multiplicará por siete su número de escaños, pasando de 2 a 14. Y la legislatura de Illa apenas acaba de iniciarse. En una sociedad tan pacata y preocupada por el qué dirán como la catalana, Orriols cuenta con la ventaja frente a Vox de carecer del estigma sentimental franquista. A diferencia de Vox – e incluso del PP – , el voto a Aliança no mancha. Terminar de una vez con el chantaje permanente del catalanismo burgués y de derechas a los Ejecutivos de Madrid, esa aspiración nacional frustrada en las cuatro últimas décadas, resulta que va a ser el regalo que nos termine haciendo una señora separatista y bien plantada de Ripoll. Ya lo decía Rubén Blades: la vida te da sorpresas.
