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Hijos de Pablo

Todos los españoles que tienen seguro médico privado o escuela privada pagan por la educación y por la sanidad dos veces. Hasta se les podría dar las gracias por contribuir a sostener un servicio público del que no hacen gasto.

Todos los españoles que tienen seguro médico privado o escuela privada pagan por la educación y por la sanidad dos veces. Hasta se les podría dar las gracias por contribuir a sostener un servicio público del que no hacen gasto.
Irene Montero y pablo Iglesias. | Contacto Photo

Mucho se ha acusado de hipocresía a Pablo Iglesias e Irene Montero por llevar a sus hijos a una escuela privada después de años de dar la brasa planteando la escuela pública como la única opción decente y de izquierdas. Mucho se habla del tema, pero sin ahondar en sus posibles motivos de fondo para hacer algo así.

Un análisis superficial y apresurado nos podría llevar a concluir que el dúo dinámico de la izquierda dogmática ha mentido siempre, y ha sabido siempre que mentía, al sostener que la escuela pública española es buena. Eso puede ser hasta verosímil. Me viene a la memoria ahora mismo el socialista Eduardo Madina. Él llegó un día a Madrid cargado de futuro o de pretensiones, según retrospectivamente se quiera ver, y apuntó a su único hijo a un centro muy prestigioso y codiciado: el colegio Estudio, creado en los años 60 para resucitar disimuladamente los principios de la Institución Libre de Enseñanza. Tan disimuladamente que, en pleno franquismo, las clases eran mixtas, pero tenían a los alumnos aleccionados para segregarse por sexos si de la nada aparecía un inspector.

Sé que el Estudio era un colegio buenísimo porque yo misma peleé en su día a muerte para que mi hija entrara. Lo cual no era nada fácil, a pesar del precio disuasorio. Pedí favores que no habría pedido si de ello dependiera mi vida. Por cierto, en las fiestas de fin de curso me tropecé a veces con Nadia Calviño, que también tenía algún retoño allí. Claro que la señora Calviño nunca saltó al cuello de nadie que optara por la enseñanza privada.

Volviendo a Madina, sospecho que él no tuvo que arrastrarse como yo para conseguir plaza en el Estudio. Bastante más energía gastó justificando su elección en una comida con periodistas (servidora entre ellos), ante los que intentó echarle la culpa ni más ni menos que a Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid. "¡Es que, por culpa de Aguirre, sólo podíamos optar a un colegio religioso!", tuvo el cuajo de decirnos. Yo apunté discretamente en mi libretita: "no creer una palabra de lo que diga Madina, jamás".

Vaya por delante que yo apoyo y apoyaré siempre a cualquiera que lleve a sus vástagos a la mejor escuela que pueda pagar. Yo lo hice. El tema, aquí, es que un repaso a la hemeroteca morada nos depara perlas crueles de Pablo Iglesias acusando a la escuela privada de ser una herramienta de exclusión y de segregación social, y poniendo verdes a quienes recurren a ella. Bueno, lo primero que habría que recordar es que renunciar al derecho a una plaza en la escuela pública no te libra de costearla con tus impuestos. Todos los españoles que tienen seguro médico privado o escuela privada pagan por la educación y por la sanidad dos veces. Hasta se les podría dar las gracias por contribuir a sostener un servicio público del que no hacen gasto.

Seguimos. No son pocas las familias que optan por una escuela privada, o concertada, no tanto -o no sólo- por un tema de calidad, como por una preferencia de modelo educativo. Pensando por ejemplo en sus creencias religiosas. Si estamos todos de acuerdo, que a mí me gusta pensar que lo estamos, en que lo lógico es que un Estado aconfesional tenga una escuela pública laica, la inevitable derivada lógica, no digamos la derivada progre, tendría que ser que si tú eres católico, judío, musulmán, etc, y quieres que tus hijos reciban una educación acorde, eso no debería ser un lujo sólo al alcance de los más ricos. También las familias humildes deberían poder optar a eso con cierto apoyo sensato del Estado. Que de paso así echa un ojo para que a nadie se le vaya la mano con enseñanzas religiosas contra natura. Sólo por eso habría que romper una infatigable lanza a favor de la escuela concertada.

Lo cierto es que el ateísmo se parece más a cualquier otra religión que al laicismo. A mí no me extraña, si lo pienso, que a Pablo Iglesias y a Irene Montero la escuela pública española les sepa a poco, visto lo religiosos y hasta teocráticos (de lo suyo) que ambos son. A juzgar por algunas declaraciones que a veces se les ha oído, no están lejos de pensar que los hijos deberían ser más del Estado que de los padres…siempre y cuando el Estado sea el que digan ellos, claro.

Las cooperativas de padres, de profes o de las dos cosas que fundan escuelas a su imagen y semejanza tienen mucho predicamento por ejemplo en Estados Unidos. Yo cuando vivía en Nueva York también llevé a mi hija a una. Fue sólo por un año, el que quedaba "suelto" entre la guardería y el pre-escolar. Nos dimos cuenta en casa de que todos sus compañeros de guardería se habían apuntado a la misma escuelita, fundada por familias griegas de religión ortodoxa. La relación calidad-precio era excelente y a aquellas edades digamos que la clase de religión, de haberla, no nos iba a quitar el sueño.

En el centro eran conscientes. Tanto es así, que el día que fuimos a que nos conocieran, la directora nos preguntó por nuestras creencias. Yo, que las tengo -un cristianismo muy privado, muy particular: para simplificar me suelo declarar "anarcocristiana"- me tuve que reír al ver la cara de apuro de mi marido y padre de la criatura, agnóstico y anticlerical. Pero era un hombre inteligente y supo salir del paso declarando que la niña tenía un "background católico", algo que se puede decir sin mentir demasiado de cualquier crío español. La ortodoxa directora hizo como que se lo tragaba, aunque educadamente nos advirtió de que por un año vale, pero, de querer persistir en la escuela, la niña se tendría que bautizar. Ya digo que no hizo falta. Un año pasa rápido y éramos todos muy civilizados, muy respetuosos con la fe -o no fe- de los demás.

No cocían las mismas habas en todas partes. Una vez vi por la tele americana a un aspirante a candidato presidencial republicano decirle en un debate a su oponente: "si usted y sus parientes quieren descender del mono, allá usted, pero con mi familia no cuente". Eso parece una broma, pero no lo es. Se llama creacionismo y consiste en luchar contra que a tus hijos les "engañen" en el cole dándoles a leer la teoría de la evolución de Darwin. Ahí es donde yo quería ir a parar desde el principio del artículo, saben. A que a lo mejor los extremos se tocan y por eso la escuela pública no es para radicales…de lo que sea.

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