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Pe…dro Nobel de la Pa

Creíamos que la paz, además de un estado de conciencia apetecible para personas e  incluso para naciones, era la inexistencia de guerra

Creíamos que la paz, además de un estado de conciencia apetecible para personas e  incluso para naciones, era la inexistencia de guerra
Europa Press

Pe…dro Nobel de la Pa

Por fin, ya sabemos qué es eso "de pe a pa". Creíamos que la expresión aludía a contar, decir o saber algo de principio a fin, completa, total, definitivamente, de cabo a rabo. Pero no. Se trata ahora de abreviar la última guasa pesada del PSOE que es la de ascender al cielo internacional a Pedro Sánchez con el Pedro, digo, Premio Nobel de la Paz. Así, de Pe a Pa. Si Pe es Pedro y Pa es Palestina de Hamás, ¿es que hay otra?, en este de pe a pa entra todo.

Creíamos que la paz, además de un estado de conciencia apetecible para personas e incluso para naciones, era la inexistencia de guerra, o sea, que dos países no se matan el uno al otro. Pero en el conflicto que tratamos, no hay dos Estados, sino uno, Israel, porque lo otro es más una muchedumbre de sufrientes aterrorizados por los asesinos confesos y pro iraníes de Hamás, y una corrupta y desprestigiada Autoridad Palestina y la guerra que han provocado.

Si estudiamos la genealogía de esta nueva exaltación de Sánchez, parece que hay que convenir con Santiago González y su República de los Tonnntos, que el origen de la jocosa se busque en la cháchara de un ministro designado por el propio Sánchez, Ángel Víctor Torres, ese presunto implicado en la trama de las mascarillas y otras tramas que aún resiste en el burladero sin pisar la arena judicial.

En realidad, no ha sido él, sino un presentador, cantante y no sé qué más llamado Claudy Siar quien ha lanzado oportunamente la propuesta de nobelización (no con uve) de Pedro Sánchez, el nuevo santo laico (lo de los prostíbulos de su suegro y su contable, la corruputería de sus ex secretarios generales, su no ex fiscal general del Estado, su Emmano y otros pecadillos, debe olvidarse como lo de sus mentiras y traiciones a su propio electorado). Y más que oportunamente, el parte mediático oficial lo seguirá repitiendo hasta que las carcajadas suenen más fuertes que las campanas.

Lo parece pero no, no es una ocurrencia. ¿Saben ustedes que de ser proclamado Nobel de la Paz Pedro Sánchez sería el primer español de la Historia en conseguirlo? Desde 1901, año inicial de la concesión del galardón hasta el momento, no ha habido españoles con ese premio. Imaginen ahora su nombre junto a los de Luther King, Kissinger, Sajarov, Arafat, Begin, Simón Perez o Mandela. Eso, y en precampaña electoral con la kufiya por programa.

No importa que siga mintiendo. Abandera, dice, el reconocimiento del Estado palestino. O sea, que pretende que creamos que es el primero en aprobarlo. En realidad, su gobierno reconoció al inexistente Estado Palestino en 2024, cuando ya había más de 140 países de la ONU que lo habían hecho. El primero, la Cuba de Fidel Castro, lo urdió en 1988, hace nada menos que 37 años.

Es cierto que el Premio Nobel de la Paz está malmirado porque su concesión no es más que una ración múltiple de hipocresía y oportunismo entreverada con personas que realmente atesoran auténticos méritos morales para que la farsa no sea tan mayúscula. Pero si su descrédito es notable, incluir a quien resulta aplaudido por el terrorismo de Hamás mientras es acusado por Israel de complicidad y antisemitismo, ya sería el acabóse. De ahí las risas, algunas nerviosas porque ¿y si se atreve a postularse y la tela de araña del socialismo internacional, que él preside desde 2022 gracias al dinero venezolano, lo ve útil?

No se recuerda a un presidente del gobierno que haya dividido y crispado más a la sociedad española, con la excepción de Zapatero, su gurú espiritual, si es que tal cosa cabe. No se encuentra otro que haya falsificado tanto la historia. No hay quien haya ignorado tantos sufrimientos de víctimas, desde las de ETA a las de verdaderos genocidios, como el de católicos en la Guerra Civil por los que nadie pide perdón u otras matanzas, por razones étnicas o religiosas. No ha habido otro que sea más comprensivo con las dictaduras comunistas o bolivarianas o islámicas. No hay memoria de un presidente que haya gobernado de la mano de los herederos del terrorismo que mató a sus propios compañeros de partido. Cuánta concordia, cuánta armonía, cuánta fraternidad…

¿Nobel de la Paz? Bueno, se comprende que los pelotas y los serviles que le escoltan se afanen en elevarlo a los altares de la gloria porque les va la sopa boba en ello. Fíjense en que, quién sabe, de prosperar todo lo barruntado son Donald J. Trump y Pedro Sánchez los agraciados y los vemos juntos y residentes en sus paraísos artificiales sobre la tarima de la Academia Sueca. Qué espectáculo. Qué apoteosis.

Hay que soplarles a los devotos de este crápula en la Diputación de Badajoz que mejor lo nominen para Príncipe Dos de la Paz (que Godoy es el Uno), con estatua en su patio, cerca de donde su Emmano obtuvo plaza de aquella manera y juntito a Elvas donde residía en fotos mientras habitaba en La Moncloa.

Lo del Pedro Nobel riza el rizo, sobre todo cuando se cuenta su biografía política desde 2014 "pues ya…sin escribir al revés, óyeme tú dos por tres, lo que digo de pe a pa", que machacó nuestro Quevedo.

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