
Lo que sigue es un extracto del acta oficial de la reunión que acaba de celebrar en el Ayuntamiento una comisión de vecinos de mi barrio, el Fort Pienc, área residencial de clase media ubicada en el centro de Barcelona, con el concejal Jordi Valls, responsable del Distrito del Ensanche:
"El resultado del encuentro ha sido el compromiso por parte del Distrito de ejecutar las siguientes acciones:
Sustitución de las puertas de acceso a los jardines por otras no escalables [ se trata de un jardín municipal sito en un interior de manzana que es asaltado todas las noches por grupos de marginales extranjeros ].
Cierre temporal del flujo de agua de la fuente para impedir duchas y lavado de ropa.
Retirada de arbustos, especialmente los situados frente a las fachadas de la calle X, donde se producen pernoctaciones, defecaciones y micciones, y se esconden maletas y otros objetos sustraídos en la terminal de transportes de la calle Y. Se procederá al corte tras la aceptación de las comunidades afectadas.
Respecto al tráfico y consumo de drogas, el oficial de la Guardia Urbana manifiesta que son conocedores de la situación y que intensificarán las rondas de inspección.
A la espera de que las modificaciones anunciadas mejoren la seguridad de nuestro barrio, recordamos algunas medidas básicas de autoprotección:
No abrir ni dejar entrar a personas desconocidas en nuestras fincas.
No responder a insultos o palabras malsonantes.
En caso de comportamientos agresivos, hay que llamar al 112.
En la calle hay que vigilar en todo momento las pertenencias personales".
No hablamos de Kabul, de Río de Janeiro, del extrarradio de Calcuta o de Harlem, sino de un barrio tradicional de Barcelona desde el que no se tarda mucho más de diez minutos en llegar caminando a la Plaza de Cataluña. Y no es de los que están peor, por cierto. En otra zona del mismo distrito, el barrio de Sant Antoni, se ha instalado un mercado ambulante de venta de pescado en el suelo de las aceras; sí, en el suelo. Lo raro es que no saque mayoría absoluta.
