
¿Qué nos está pasando? ¿De qué material está hecha nuestra brújula moral, tan exquisita para juzgar unos crímenes, y pasar por alto otros? El lunes leía un artículo, tan bien intencionado como dogmático, a propósito de la manifestación en Barcelona contra el "genocidio" de Israel . "La buena gente ha vuelto", se regocijaba el autor. Tan seguro estaba de ello, como de los nombres de la mala gente que hay en el mundo. Hasta el punto de nombrarlas, una a una, entre ellas a algunas españolas: Miguel Tellado, Miguel Ángel Rodríguez, Isabel Díaz Ayuso, Santiago Abascal, Eduardo Inda, Pedro J. Ramírez, Juan Carlos Peinado, Federico Jiménez Losantos, Silvia Orriols…
Siempre me ha perturbado intelectualmente nuestra incapacidad para ponernos en el lugar del otro en determinadas circunstancias. Incluso, hasta negar al otro su capacidad de humanidad. Lo estamos viendo a propósito de las víctimas en la guerra palestino israelí. Esa misma perplejidad la plasmó con dolorosa exactitud, Pilar Rahola hace un año en el "III Foro de Latinoamérica e Israel" (11': 43''). Más actual que nunca. Les exhorto a que la escuchen antes de seguir leyendo. Hoy las citas en el mundo digital suelen ser Link que el lector suele saltar, cuando en los textos escritos, no lo hacemos con los entrecomillados.
Pilar Rahola habla de la muerte de la humanidad al ver cuántos amigos progres y guais de Cataluña, hasta ayer íntimos, y hoy enemigos, han perdido toda capacidad de sentir piedad por las víctimas judías. No porque sean malas personas, al contrario, son buena gente según ella, pero de pronto, un burka emocional les hace insensibles al dolor de los judíos.
Pilar Rahola no es santo de mi devoción, quienes en Cataluña nos hemos significado en las defensa de los derechos civiles de los castellanohablantes y España, nos ha maltratado con la furia con que sus amigos ahora atacan a los judíos por genocidas, y se la llevan por delante a ella. Pero esa circunstancia no me nublará la mente. Detrás de lo que dice, lo que sostiene, y como lo sostiene, emerge el material emocional con que hemos construido la civilización y la humanidad. Más allá de nuestras diferencias, compartimos rincones del alma que nos congratulan como seres humanos capaces de sentir empatía por el resto de la humanidad, más allá de razas, sexo, ideologías, nacionalidades… El problema aparece cuando convertimos la ideología en un burka emocional que nos hace insensibles al dolor del que no la comparte. Ese raro "punto ciego" de Daniel Goleman que nubla por completo cualquier perspectiva que la contradiga.
Un día después de la esperanza en las negociaciones de paz, y dos desde que Cayetana Álvarez de Toledo entrara a tumba abierta contra la hipocresía y las contradicciones de quienes están empeñados en ponernos un burka emocional con el espanto del genocidio (8':13''), su discurso en el Congreso de los Diputados complementa al de Pilar Rahola. Dos mujeres muy distintas políticamente, pero capaces de sostener principios y dar razones dignas de ser consideradas.
Vuelvo al autosuficiente artículo de El Triangle. Estoy convencido, que deben existir muchas personas que se han movilizado de buena fe contra Israel en las calles de todo el mundo, lo cual no les exime de su responsabilidad ante el dolor de los judíos, ni de ser responsables de reforzar a quienes los utilizan políticamente. Desconozco a los componentes de la flotilla de las vanidades más allá de algunos profesionales del activismo como Ada Colau o Greta Thunberg empeñadas en garantizarse buena conciencia a costa de ensuciar la nuestra. Solo sé que jamás abandonaría mi suerte a la suya en una crisis humanitaria o en una guerra. Y no, esto no es un genocidio de Israel, ni en las intenciones ni en los hechos. Pero sí lo es por parte de Hamás y de todos los enemigos islamistas que rodean a Israel, en las intenciones. No lo digo yo, lo vienen proclamando e intentando ellos desde 1948. Hasta en las pancartas más radicales de la manifestación del sábado en Barcelona se explicitaba: "Desde el rio hasta el mar, Palestina vencerá". Pónganse por un instante en el pellejo de ese pequeño país que solo sobrevivirá si militarmente es y sigue siendo más fuerte que sus enemigos. Yo si fuera judío no repetiría el error de sus antepasados en las redadas nazis conducidos como corderos al matadero. Después de aquello, cualquier judío sabe por genocida experiencia, que la supervivencia de Israel depende de ser más fuerte que sus enemigos. Y Occidente de fiestas banales y cálculos electorales.
CODA: El gobierno portugués se ha negado a hacerse cargo del coste de los vuelos de vuelta a sus compatriotas de la flotilla. Fueron voluntarios, alega. Nosotros costeamos un barco de guerra para adornar sus excitantes vidas, y nos hemos hecho cargo de su vuelta a casa. Lo digo en plural, porque es con nuestros impuestos y no con el dinero personal de los miembros de nuestro gobierno. La generosidad con el dinero ajeno, reconforta. ¡Pandilla!
