El galgo cojea
El centroderecha tiene ahora la obligación de aprovechar esa mayúscula debilidad para construir una segunda transición que pare en seco el cambio de régimen que ya está vigente.
Pedro Sánchez cerró el Congreso con la pandemia. Por el aniversario de la riada mortal de Valencia quiso ahorrarse la sesión de control como ya intentó en los mismos días de la tragedia. Y este jueves intentó escapar del Senado, donde sí hay una mayoría sólida, que le preguntó por sus hombres de confianza, por su suegro, por su esposa, por su hermano, por sus ministros, por sus fontaneros y por el dinero, en chistorras o lechugas, pero dinero, que no se sabe de dónde vino ni a dónde fue.
Toda su trayectoria es un accidente sin resolver que acaba en fraude, desde la famosa tesis doctoral hasta su expulsión del partido pasando por las primarias que le llevaron a la secretaría general gracias al puchero de Koldo y de ahí a una moción de censura amañada que lo dejó atornillado al poder por separatistas, exterroristas y comunistas. El precio estaba fijado: desguazar el régimen de 1978 y rehacer la Transición con ruptura en vez de con las reformas que trajeron democracia y concordia. Lo siguiente era de esperar: legalizar el golpe de Estado de 2017 y lanzarse al asalto de las instituciones.
Sánchez nos presenta cada día a su personaje, la máscara que esconde los nervios: deja caer el belfo como si tuviera un bigote de plomo que acentuara su inexpresividad, tan maligna como ensayada. Pedro no siente ni padece. Pedro es el emperador que levita sobre la ajena vulgaridad mundana. Y si quiere reír, lo hará a carcajadas cavernosas. Que caigan otros, que chillen los demás. Legislativo y Judicial, pseudomedios, presupuestos, comisiones de investigación, fango, bulos… si quieren, que pidan. Y si mueren, que no estorben. Ni siquiera visitó la morgue de la pandemia. ¡Qué se puede esperar!
La víspera del interrogatorio montó un funeral que escondía su desagravio por el barro. Dejó solo a Mazón para que le hiciera de liebre. "Ojalá te hagan un completo como a Rita Barberá", le dijeron al todavía presidente valenciano. Eso no salía del dolor sino, más bien, del odio. Un odio que el galgo ató al collar de su liebre para devolver el pelotazo de barro. Él se aseguró el parapeto real, el de La Zarzuela. Cuidado, ya está asaltando también la Corona.
Pero conviene no olvidar. El Barranco del Poyo y otras ramblas vecinas sí que fueron la "máquina del fango". Toda una factoría alimentada hasta el reventón por el gobernante ecologismo suicida que elimina al ser humano de la ecuación natural. Si la naturaleza es sabia y nada hay que hacer para contradecirla estos gurús analfabetos que vomitan leyes de montes y cauces deberían renunciar voluntariamente al sistema sanitario. Si caen enfermos será porque Gaia quiere, que estará haciendo balance.
Pedro sabía que al día siguiente el funeral le tocaba la comisión de investigación en el Senado donde, como dijo Alberto Núñez Feijóo, sería tan malo mentir como decir la verdad. Allí las bolas de fango, el de verdad, tenían nombre y apellidos: Begoña Gómez, Sabiniano Gómez, David Sánchez, José Luis Ábalos, Santos Cerdán, Koldo García, Ángel Víctor Torres, Javier Hidalgo, Delcy Rodríguez… y los de las sobrinas, y las saunas y los pisos versátiles. Toda su corrupción documentada a la espera de juicio.
"Yo estoy bien", dijo tras huir de Paiporta dejando allí a los reyes masticando el barro que llevaba su nombre. Pero no es verdad, Pedro no está bien. Lo que pasa es que finge igual que miente. La comisión del Senado le incomodó mucho porque escapaba a su control, sin una Armengol a la que guiñar un ojo. El presidente ejerció de monologuista mediocre, chulo de patio y, por momentos, de reo ajusticiado. "No me consta", "no recuerdo", "no lo sé", "depende del día". Después de alguna carcajada histriónica, un gesto ensayado tantas veces ante el espejo… y vuelta a la insumisión ante el Senado: "un circo", "una pérdida de tiempo" y un siempre subyacente "usted no sabe con quién está hablando".
Pero el galgo cojea y se nota ya en la carrera. El centroderecha tiene ahora la obligación de aprovechar esa mayúscula debilidad para construir una segunda transición que pare en seco el cambio de régimen que ya está vigente.
El problema es que cada vez es más profunda la brecha entre PP y Vox, tanto como la irresponsabilidad de haberla abierto obligando a convocar elecciones anticipadas en Extremadura y veremos si no en más lugares. Las encuestas se han convertido en el opio que deforma la realidad de los políticos hasta el punto de creerse líderes antes de ganar nada y, en el caso de Vox, sin haber gobernado nada y quizá sin ganas de hacerlo en el futuro.
Probablemente las distancias ya no tengan solución, pero tampoco se parecían en nada la UCD de Adolfo Suárez y la AP de Manuel Fraga… y menos todavía el PCE de Santiago Carrillo. Como eso es lo que quiere romper el galgo de Paiporta no hay más remedio que impedirlo. Le queda poco aliento.
Lo más popular
-
Federico Jiménez Losantos: 'Una Navidad en la Vendée' -
El aliado de Zapatero en Venezuela delatado por el Pollo Carvajal está en la lista de contactos de la trama Koldo-PSOE -
Vídeo: 'Playa de lobos', el turista insufrible que guardaba un siniestro secreto -
Huevos, cerdos y vivienda: lo que Sánchez no entiende -
María Guardiola, a uno o dos escaños de la absoluta, superaría ampliamente la suma de toda la izquierda
Ver los comentarios Ocultar los comentarios