
Ha dimitido, al fin, Carlos Mazón. Ha dimitido el mismo día en que el Supremo ve pertinente el procesamiento de Ábalos, Koldo y Aldama; el día en que el fiscal general se convierte en el primero de la historia en sentarse como acusado ante un juez en un país democrático; el día en que la UCO presenta un informe que deja a Ángel Víctor Torres al borde de la imputación.
Pero da igual. El que tenía que dimitir era Carlos Mazón. Y no porque fuese el responsable del ejército y de la UME que pudieron intervenir antes y salvar vidas el día de la DANA; no porque haya sido el responsable de la Agencia Estatal de Meteorología que falló en las predicciones; no porque suyas sean las responsabilidades de una política hídrica suicida por ultra ecologista. Que, de todo ello, el responsable era y es Pedro I El Falso – Pedro Chapote.
Y tampoco por llegar a una hora u otra al CECOPI, donde se reunían los técnicos que de verdad dominan la materia de las emergencias y estaban perfectamente capacitados para tomar decisiones; ni porque estuviese comiendo hasta tarde con una señora; ni porque una riada ya a esas alturas inevitable se llevara por delante la vida de cientos de personas.
Mazón ha dimitido porque es del Partido Popular, porque es de derechas y porque es cobarde, como la mayoría de la derecha. Mazón ha terminado su carrera política por ese afán tan del Partido Popular de defenderse y ocultarse de todo, en lugar de plantar cara a la ignominia. Como hace semanas dimitió la consejera de Salud de la Junta de Andalucía que había culminado el proceso para incrementar en un 67% el número de cribados de cáncer de mama en la comunidad.
Mazón ha dimitido porque no es Koldo ni José Luis Ábalos; porque no es ni 'Paquirrín' Martín ni Gallardo, el candidato imputado; porque no es ni Begoña Gómez ni David 'el Chirimollas'; porque no es ni Ángel Víctor Torres ni 'Alvarone' García Ortiz; porque no es Pedro I El Falso. Porque si lo fuera, no habría dimitido.
Mazón ha dimitido destrozado, deshumanizado, machacado mediática y políticamente. Ha dimitido porque, como dijo al día siguiente Alberto González Amador, porque de lo contrario se habría tenido que ir de España o suicidarse.
Mazón ha dimitido porque en este país, quizás sería mejor decir en este mundo, 'juega' una izquierda criminal y delincuencial, que no entiende de normas ni de leyes, que tiene en su haber el cien por cien de los magnicidios en la historia de España y que ni se despeina cuando hace lo que hace con Francisco Camps, con la consejera Rocío Hernández o con Rita Barberá.
Mazón ha dimitido porque, a estas alturas, no hay político de derechas capaz de resistir la cacería de la izquierda cuando ésta la inicia; ha dimitido porque llegó unas horas más tarde al frente del operativo técnico en mitad de una catástrofe natural en la que ya poco o nada se podía hacer y que se agravó sobremanera por culpa de los gobiernos del partido que le ha hecho dimitir. Mazón ha protagonizado la dimisión que jamás habría presentado un político de izquierdas; que no protagonizarán ninguno de los políticos zurdos que, hoy y aquí, están cercados por la más repugnante corrupción.
