
La ofrenda floral de los Reyes a los "mártires revolucionarios" en la plaza de Tiananmen ha sido celebrada por el régimen chino, igual que la habrán celebrado el ministro Albares, que los acompañaba y aquellos que en España impulsan una relación complaciente con la dictadura comunista. Complaciente y, para algunos, rentable. Puntualmente, los medios oficiales chinos publican estas ofrendas de los mandatarios extranjeros que se pliegan a un protocolo que no puede considerarse políticamente neutro. Lo quieran o no esos mandatarios, y muchos están encantados, ya que tampoco son demócratas, su gesto se utiliza para legitimar la instrumentalización del pasado que hace la dirigencia china y, sobre todo, para enterrar más profundamente cualquier recuerdo de dos sucesos concatenados: las manifestaciones pacíficas en demanda de democracia que hubo en la plaza en 1989 y la masacre con la que se puso fin al mayor desafío que ha habido a la dictadura china.
La ofrenda que se evitó en otros viajes oficiales se ha hecho en éste y fue así por decisión del Gobierno más dispuesto a colaborar con el régimen chino que ha habido en España. Y el más dispuesto de toda la Unión Europea. Hace nada, el ministro de Exteriores alemán ha cancelado la visita que tenía prevista. El interés del Gobierno por cultivar la relación con Pekín es notorio y lo ha dejado de manifiesto el propio Sánchez, que ha estado en China tres veces en dos años. Es un interés que podrá justificarse en nombre de la Realpolitik, porque "el mundo es como es" y hay que entenderse con dictaduras e incluso con maleantes. Pero si vas de Realpolitik, no puedes ir de campeón de los derechos humanos cuando te pones a dar sermones en la ONU o aquí en España. La contradicción se hace más intensa cuando vas de paladín de la "memoria histórica".
El presidente de la "memoria democrática" se olvida de la memoria democrática cuando no sirve a su propio interés político. Las convicciones de las que presume son tan ligeras y volubles, que si la memoria democrática colisiona con el plan de estrechar lazos con la dictadura china, adiós memoria. En España no deja de hablar de "lugares de memoria", de la necesidad, poco menos, de sacralizarlos. Pero la plaza de Tiananmen es un "lugar de memoria", y el Gobierno español ha rendido allí pleitesía a los que borran la memoria de la represión de unas manifestaciones pacíficas. Y prohíben y sancionan duramente cualquier recordatorio de aquellos hechos.
En Tiananmen sólo se pueden hacer ofrendas flores a aquellos estudiantes ingenuos, pero valientes que un día de abril de 1989 pusieron allí una corona en honor del fallecido secretario general Hu Yaobang, forzado a dimitir por su supuesto liberalismo, empezaron una protesta pacífica en demanda de reformas y el 4 de junio fueron brutalmente masacrados por tropas del ejército. Esas son las únicas flores que cabe llevar allí. Pero el Gobierno español ordenó llevarlas para los que arrancaron de raíz la flor de la democracia.
