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Si Ábalos y Koldo se cubren bien las espaldas en prisión es posible que Air Europa acabe siendo su propio rescate.
El partido del puño y la chistorra va otra vez caminito del penal. No hay corro de la patata como cuando los GAL, pero sí miedo bajo muchas almohadas. Miedo a que canten, miedo a cantar. El miedo de la corrupción que a (casi) todos iguala.
Tres socialistas sanchistas y peugeotistas saben ya lo que es la cárcel. Santos Cerdán ha salido de la provisional pero puede volver, volverá, tras el juicio. Eran amigos, la cuadrilla del presidente, los chicos del Peugeot de Airbag, los que nadaban "en la ambulancia" del dinero. Al volante, el amnésico, la razón por la que todos ellos estaban ahí. Sin embargo, ahora su nuevo círculo de confianza son los que mientras él conducía el Peugeot buscaban en las saunas de Sabi algo para ensuciarle el camino. Los que le querían muerto, como Óscar López. Se juegan también las lealtades.
Hoy los presos exploran sus entornos por si hubiera forma de aliviar el destino que les engulle. ¿Quién podría cantar y qué? ¿Están seguros en prisión? ¿Lo están los suyos fuera de ella? Bien saben que si Víctor de Aldama está en la calle es porque tras decidirse a colaborar con la Justicia recibió claras amenazas de muerte. Hubo hasta disparos reales a su coche, no como las balas de coleccionista de Marlaska o la ya famosa navajita plateá (Jiménez Losantos) que debería venderse como llaverito de suvenir en las tiendas de la Puerta del Sol. Los colegas Koldo y Ábalos han pasado la primera noche compartiendo celda... ¡y qué no habrán compartido ya!
Son la aristocracia del PSOE y, como en la letra de Serrat: "Igual que se van reaparecerán hechos un figurín, pero con el color y el perfume del talego". Ahora está por ver si pueden con el peso de la manta, que de tanta mugre como atesora no hay titán que tire de ella.
"Los españoles no podemos tolerar la corrupción ni la indecencia como si fuera algo normal".
Lo dijo José Luis Ábalos desde la tribuna de oradores del Congreso para echar a Mariano Rajoy con aquella moción de censura que se apoyó en una infame sentencia, esa sí, del juez De Prada. Ahora, según sus abogados, el final está escrito y se parece a El Conde de Montecristo, la novela de Alejandro Dumas. Así que faltan por llegar el honor, un buen trecho de prisión y, lo peor: una huida. Mal argumento de defensa.
El caso es que, si hubiera venganza épica a la vista, ya se anuncia que será de altos vuelos: Air Europa se coloca como ficha principal de esta partida final.
El caso Air Europa y la noche de San Petersburgo
Fue la gran decepción. La Audiencia Provincial de Madrid no permitía al juez Juan Carlos Peinado continuar la investigación a Begoña Gómez por el caso Air Europa. Pero eso no podía traducirse en que no hubiera causa, nada más lejos. De hecho, el Tribunal Supremo, a través del juez Leopoldo Puente, dedicó un espacio nada desdeñable al asunto en el auto del caso Koldo. Ahora, es el propio Ábalos el que señala el camino antes de dejar sus efectos personales en una bandeja.
Los hechos son tan tozudos como la corrupción socialista: el Gobierno de Pedro Sánchez iba a rescatar a la aerolínea Air Europa con 475 millones de euros. Javier Hidalgo, dueño de la empresa, tan contento. Pero la cosa se retrasaba y el jovial y nocturno Hidalgo se puso nervioso, muy nervioso. Ya había compartido rooftop de moda en la noche de San Petersburgo con la esposa del presidente y todo iba como la seda. Tanto, que hasta sobraban los escoltas si no exagera Aldama en su relato. Los cócteles rusos cristalizarían más tarde en las aventuras africanas de Begoña con el mecenazgo de Wakalua, que es como una habitación más de Air Europa. Y si tan buena era la relación, ¡por qué demonios no llegaba la pasta del rescate! Si todos no mienten demasiado, Javier Hidalgo tiró por la calle de en medio y llamó a su amiga Begoña, la de la noche de San Petersburgo. Y parece que la cosa funcionó. Todos contentos, vacaciones pagadas para Ábalos y reparto de comisiones. Luego, la amnesia.
Ahora los fantasmas se pasean por la celda… Venezuela, Barajas de madrugada. Hay un viaje pendiente con origen en San Petersburgo y destino en La Moncloa. El exministro dice que tiene billetes disponibles y que queda tiempo de sobra para llenar el avión. En clase Turista, está el pasaje casi lleno y todos se conocen desde hace tiempo. Pero en los amplios asientos de business class ya se adivinan las cabezas de Hidalgo y Begoña, Juan Carlos Barrabés, Nadia Calviño, un par de personajes de la OMT y un tipo estirado y pinturero que se carcajea con voz cavernosa y habla con otro, algo cargado de hombros, que a ratos asoma la nariz por la ventanilla y mata el tiempo contando nubes. A ver si despegamos pronto.
Si Ábalos y Koldo se cubren bien las espaldas en prisión es posible que Air Europa acabe siendo su propio rescate.
La oposición, las manifestaciones y los desastres de siempre
La primera reacción de Alberto Núñez Feijóo al hilo de la pesadilla penitenciaria del PSOE fue más que buena: la manzana que pudre el cesto es Pedro Sánchez. Tal cual. No hay más caso que Pedro Sánchez y todo lo demás es como la pirotecnia aleatoria que se lanza para despistar a los misiles que son guiados hacia un objetivo indiscutible.
Con un Fiscal general condenado e inhabilitado por usar su cargo contra el principal partido de la oposición y tres cargos socialistas, entre ellos un ministro, con ficha en Soto del Real, lo lógico es salir a la calle y pedir elecciones o lo que sea, pero moverse más que ellos.
Pero es en ese preciso y necesario momento cuando la derecha se consume como las bengalitas de Navidad: un brillo alegre y crujiente que se acaba de pronto dejando en la mano el desnudo alambre chamuscado de la felicidad y un humillo nostálgico que ya no ilumina ni calienta, sólo estorba. Hasta que se enciende otra… y así pasan los años.
Vox dice que la manifestación del domingo no vale para nada porque no la han convocado ellos y porque lo que importan son las mociones de censura que fabrican al por mayor y con denominación de origen. Y es verdad que la manifestación no cambiará un Gobierno, pero la moción tampoco, a no ser que ahora Santiago Abascal crea más en Junts o en el PNV que el propio Feijóo.
En Génova no salen los números pero, con todo, el PP pide más a Junts, como si los del fugado quisieran cambiar de casero a estas alturas. Y los ciudadanos hartos seguramente pedirán más al PP y a Vox y lo menos posible a Junts porque de lo contrario repetiremos la infección del nacionalismo, el peor y más resistente virus que nos ataca porque nos negamos sistemáticamente a la vacuna.
Con un PP más decidido y un Vox menos oportunista la cuenta atrás de este drama nacional estaría consumiéndose a toda velocidad. De momento, la manifestación del domingo debería ser un mar de banderas de España, sin agujeritos, sin gaviotas. Sin bobadas. Y, por cierto, con más respeto a los medios de comunicación que, como este y algunos más, se están dejando las horas sin medida bajo la presión de un gobierno liberticida que señala, marca y persigue.
En uno y otro partido del centro derecha están los bueyes que hay y con ellos habrá que arar. Pero podrían tener el detalle de poner al menos el arado, que si no se quedan sólo los bueyes. Mansos, quietos, listos para cualquier obediencia.
Este domingo el PRESOE seguirá marcando los días en las paredes de Soto del Real. Los decentes deberían llenar las calles de Madrid. El frío se combate mejor en multitud.
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