Menú

Las manis estériles del PP

La única forma posible para Feijóo de derrotar a Sánchez pasa, le entusiasme o no la idea, por atreverse con una moción de censura

La única forma posible para Feijóo de derrotar a Sánchez pasa, le entusiasme o no la idea, por atreverse con una moción de censura
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, tras tomar la palabra para pedir elecciones y apelar a los socios del sanchismo. | EFE

El PP, cuando no sabe qué hacer, convoca una mani. Otra. La enésima. Eso de las manis era una cosa exclusiva de los rojos de antes, cuando en los tiempos de María Castaña la recurrente terapia colectiva de juntarse en la calle a corear consignas iconoclastas cumplía la misión de ocultar ante la vista propia y ajena la absoluta impotencia política de los reunidos. Sin embargo, en estos tiempos líquidos que ahora nos toca vivir, lo de las manis ha devenido en un vistoso comodín de la derecha cuya única funcionalidad aparente reside en que parezca que algo se hace cuando nada se hace.

A un gobernante ingrato solo hay dos maneras de enviarlo a la reserva: por lo civil o por lo militar. Y como lo segundo ya no se lleva en Europa, Pedro Sánchez sólo será desalojado de la Presidencia cuando el aspirante Núñez Feijoó logre derrotarlo políticamente. Y eso, la derrota política de un mandatario en activo a manos de quien ansía sustituirlo en el cargo, supone un tránsito de liderazgos que no exige de forma insoslayable de la confrontación electoral. El ejemplo más claro de ello lo encarnó en su momento Felipe González, un simple abogado laboralista de Sevilla al que todo el mundo comenzó a percibir imbuido del aura que sólo el poder otorga cuando ganó su legendaria moción de censura a la UCD.

Porque aquella moción, sí, la ganó Felipe. Feijóo puede seguir convocando manis los domingos hasta que las sufridas bases se cansen. Pero la única forma posible para él de derrotar a Sánchez pasa, le entusiasme o no la idea, por atreverse con una moción de censura. Y la cuestión no es si hay o no hay una mayoría en la Cámara para tal envite. Todos sabemos que no la hay, igual que tampoco la había cuando aquel simple laboralista de Sevilla subió al estrado para defender la suya dispuesto a dar el irreversible paso de gigante que le llevó al poder casi sin solución de continuidad. El PP tiene que perderle el miedo a Hernández Mancha.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal