
Como escribía recientemente en Libertad Digital nuestra compañera Marta Arce, "Vacas sí, periquitos no", estamos en la antesala de la legislación del absurdo sobre la tenencia de animales de compañía.
Mientras los supuestos expertos corren el riesgo de enloquecer en busca de criterios que avalen o prescriban las distintas especies de mascotas, criadores y comerciantes de este mundillo, antaño próspero y bien regulado, se ven abocados a la ruina.
Muchas tiendas de "pajarería" cierran, muchos criadores de canarios, periquitos y otros pájaros domésticos no dejan que sus reproductores críen; en definitiva, nadie sabe qué especies podrán seguir siendo objeto de tenencia en concepto de "animales de compañía".
Es este uno de los temas que la obsesión por hiperlegislar que caracteriza a nuestros gobernantes, mejor dicho, a su corte de "asesores" y otros "maestros ciruela", han convertido en un problema demencial: en un laberinto en el que nunca debieron meterse.
Se trata de demostrar que somos más animalistas que cualquier otro país civilizado, lo cual, desgraciadamente dista mucho de ser cierto. Cargar de prohibiciones supuestamente científicas la legislación sobre las mascotas, especialmente sobre las más populares y conocidas, no solucionará nada y en cambio complicará, dificultará y arruinará a los profesionales y a los mejores amigos de los animales, que son, como es natural, los veterinarios expertos en su manejo y cuidados.
Resulta patético el análisis de algunas de las medidas que estudian los "expertos" que pontificarán sobre las listas de "mascotas en positivo" que parece ser que ocupan sus horas de trabajo ¿bien remuneradas?
Mientras tratan de establecer criterios de exclusión como "que el animal doméstico se diferencia como especie de otras criaturas libres en la naturaleza" veterinarios, biólogos y verdaderos amantes de los animales se ven ignorados o minimizados. Criterios como estos son los que excluirían del listado positivo a canarios y periquitos, y no a las vacas, con inclusión de las cárdenas, veletas y bellísimas del mismísimo Victorino, que es, por cierto uno de los veterinarios del agraviado colectivo.
Tres monumentales errores
Dejando de lado por el momento el apartado de la obsesión ideológica por el "buenismo Disney" que viene caracterizando a tantos legisladores socialistas, podemos señalar tres errores muy significativos: dejar de confiar en el Cites, o Convenio de Washington sobre especies protegidas; minimizar la responsabilidad y desoír la opinión de los profesionales, especialmente veterinarios, biólogos y asociaciones y federaciones de expertos, y despreciar los aspectos culturales y afectivos que encierra un mundo que evidentemente desconocen.
El Convenio Cites, al que España se encuentra adscrito, regula en el mundo civilizado qué especies deben ser estrictamente protegidas y, por tanto, no son susceptibles de caza y de mantenimiento en cautividad: ¡todo está ya perfectamente legislado por verdaderos expertos, y a nivel internacional! ¿Qué diablos hacen estos iluminados tratando de establecer nuevas listas complementarias basadas en la ignorancia y el absurdo?
Los veterinarios están indignados: basta darse una vuelta por las puertas del Ministerio de Agricultura en Atocha cuando convocan alguna de sus numerosas manifestaciones al respecto y exigen que les dejen intervenir, opinar, recetar y, en definitiva, aconsejar y facilitar la tenencia de esos animales que alegran la vida y mitigan la soledad y ausencia de cariño que padecen tantos ciudadanos.
Los aficionados, criadores y expositores de las distintas razas de mascotas hasta ahora legales, no dan crédito a lo que se avecina: que no puedan desarrollar su afición sin hacer daño a nadie, mimando a sus animales, seleccionando genéticamente sus familias de crianza o compitiendo deportivamente en exposiciones mucho más populosas e interesantes de lo que puedan suponer quienes no conocen estos mundillos, es verdaderamente descorazonador para ellos.
Los comerciantes, abocados a la ruina y al cierre de sus establecimientos, no entienden el supuesto peligro ambiental de su trabajo: hace años cumplieron con fidelidad la normativa que les prohibía exponer mascotas en los escaparates para evitar la compra compulsiva, sus tiendas vienen siendo escrupulosamente higiénicas y ,los animales susceptibles de alojarse hasta hace poco tiempo en ellas solían encontrarse en excelentes condiciones. ¿Dónde estaba el problema?
Alguien debería poner orden en este mundo enloquecido del buenismo proteccionista: la tenencia de animales de compañía viene a ser, en el mundo civilizado, uno de los parámetros del nivel cultural y económico y no tiene nada que ver con el maltrato animal que todos encontramos despreciable. Los "jacobinos del bienestar animal" se sorprenderían si conocieran la importancia afectiva que las mascotas tienen para sus dueños.
Hagan el favor de dejar a los niños jugar con sus periquitos, a los veterinarios recetar y curar según lo que han aprendido durante su formación científica, que es verdaderamente grande.
Respeten el Cites, que es más que suficiente para impedir aberraciones como el comercio ilegal de animales y plantas y la captura en libertad de animales protegidos, y dejen de intentar ser más animalistas que los que de verdad lo somos.
En definitiva: guarden sus proyectos de listas en positivo sobre mascotas en lo más profundo del cajón de los recuerdos.
