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Un Barcelona más controlado

El equipo azulgrana lo es, complejo, en toda su extensión. Un rompecabezas de mil piezas al que hay que saber dar forma.

El equipo azulgrana lo es, complejo, en toda su extensión. Un rompecabezas de mil piezas al que hay que saber dar forma.
Un Barcelona más controlado | EFE

Salió del Clásico en el Bernabéu algo tocado, sin saber muy bien cómo atar las piezas de un puzzle tan complicado como el Barcelona. Tras el partido en Madrid, el pasado 26 de octubre, la sensación de Hansi Flick era que esas piezas no podían encajar.

Antes de la cita ante el eterno rival, el Barcelona tampoco andaba muy fino. No es que ese partido fuera el peor. Fue uno de ellos porque el equipo de Flick no había estado bien varios días. Ante el Rayo en Vallecas tuvo que perder, en Sevilla perdió y lo hizo de manera estrepitosa, y ante el Paris Saint Germain se había llevado el primer rejonazo en Europa. Las sensaciones no eran las del año pasado. Joan García había caído lesionado, Flick había hablado ya de los egos en el vestuario, solo con tres jornadas disputadas. La cosa no pintaba bien.

Se fue de Madrid a cinco puntos, muy dubitativo en su fútbol y con los deberes por hacer. Quedaba trabajo. Sin embargo, tras el fiasco de aquella tarde, el Barcelona se ha recompuesto. Ha ganado desde entonces los siete envites de Liga (Elche, Celta, Alavés, Athletic, Atlético, Betis y Osasuna) y ha aprovechado que el Madrid se ha dejado nueve puntos en el camino: tres empates (Rayo, Elche, Girona) y una derrota (Celta). El Barça de Flick se ha situado con cuatro puntos de ventaja y comanda la Liga.

Lo hace, además, con una versión distinta a la del año pasado. No sé si peor o mejor, pero distinta. Al equipo azulgrana ya no le hacen tantas ocasiones de gol en mano a mano desde el día en que en Brujas le cayeron tres goles de esta manera, con los delanteros presentándose en la meta azulgrana por medir mal en la presión o por adelantar la línea de manera suicida. Flick lo ha gestionado algo mejor desde la segunda parte en Balaídos ante el Celta, donde el Barça jugó más a controlar. Como lo ha hecho siempre a partir de ese día.

Le ha salido bien el plan porque Flick es fiel a su estilo, pero no es tonto. Vio cómo las ocasiones de gol en contra eran muchas durante los encuentros. El clic definitivo lo hizo el día del Atlético, cuando el equipo de Simeone se adelantó con un gol de Baena, facilitado porque la línea estaba en medio campo. El Barça empató y en la segunda parte controló más, jugó más por dentro, se adelantó y dejó que el rival llevara el peso, algo que nunca vimos el año pasado, algo inaudito en la cabeza de Flick.

Desde ese partido el Barcelona presentó una gran versión en Sevilla ante el Betis aunque ha despachado dos partidos menos brillantes ante Eintracht y Osasuna, ganándolos los dos. Sufriendo porque Flick también sabe sufrir y, si moldea esta idea también, el equipo tendrá un aspecto muy apañado.

Es cierto que un Pedri en gran forma, un Raphinha explosivo, un Rashford que ayude y un Lamine que se acople también a jugar por dentro van a dar una versatilidad al Barcelona que el año pasado no veíamos. Ganó la Liga y Supercopa con buen fútbol pero en el torneo europeo no le llegó por aquella maldita noche en Milán, cuando rozaba la final. Algunos se quedarán con la versión alegre, de ocasiones de gol a favor y en contra, de los partidos locos. Otros optarán por esta versión, mucho más normal del Barcelona pero que controla mejor los partidos. En la mezcla de las dos cosas está la gran virtud.

Eso es trabajo de Flick que lleva toda la temporada dándole vueltas a su cabeza, buscando cada día la perfección. Obsesionado con que le dé para competir en Europa, una vez probada Liga y Copa el año pasado. De la noche de Milán aprendió y ahí está el hombre buscando opciones. De aquel fatídico partido ante el Inter viene esta forma de jugar algo más controlada. Porque Flick tiene todo bajo control. Así es él. Tan alemán. Tan metódico, tan perfeccionista.

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