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Agapito Maestre

"Mentira táctica"

Este suceso tendrá repercusiones graves en la cultura política española.

Nunca pasó por mi cabeza escribir sobre el obscuro asunto del traslado de los restos de Franco, pero tengo la sensación de que si no lo hago, si no reparo en todo lo que eso implica, me engaño y traiciono mi conciencia. Si no queremos que la cultura occidental, nuestra cultura, quede reducida a un lujo para gentes solitarias, unas pocas personas que leen, piensan y escriben, es menester lavar el rostro de la Historia que estamos viviendo. Es necesario limpiar los grandes manchones de engaño que ensucian la cara de la reciente historia de España. Esto no es, sin embargo, una columna sobre la oportunidad o inoportunidad de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos, sino sobre las reacciones de los medios de comunicación ante la sentencia del Tribunal Supremo que legitima la iniciativa política del Gobierno de España.

No discuto que sea una perversidad política la acción de trasladar el cadáver de Franco, después de cuarenta y cuatro años, a otro lugar de enterramiento. Tampoco planteo las graves repercusiones que tendrá esta acción a la hora de interpretar la historia reciente de España para asentar una democracia de calidad. Ni siquiera me interesa ahora cuestionar las conductas acobardadas de los dirigentes políticos que no quieren oír hablar de Franco para que no les confundan con él. Todos esos son asuntos importantes, pero ahora solo me interesa reflejar la reacción de los grandes medios de manipulación de masas ante la sentencia del Supremo.

Si dejamos aparte la minoritaria actitud de quienes consideran que este suceso tendrá repercusiones graves en la cultura política española, o sea la energía productora de ideas civiles de los españoles quedará reducida al nivel del más grosero pragmatismo, dos son las reacciones más sobresalientes: alinearse con las posiciones del Gobierno o criticarlo con la boca chica. Las dos caen en lo que critican, mentiras tácticas, verdades deformadas, aceptación acrítica de los hechos sin el más mínimo análisis del suceso y sus repercusiones. El mayor atrevimiento de los segundos no pasa de acusar al Gobierno de mero electoralismo. Obvio. Solo faltaba que quien impulsa una ideología que no consiente la duda, el disentimiento y la crítica no pretendiera obtener resultados electorales. De risa. No citaré el nombre de los periódicos que defienden esa posición para no herir la inteligencia de sus lectores.

La opinión más atrabiliaria de todo este asunto pueden oírla en un podcast de esRadio. Sí, la exhumación de los restos de Franco y su posterior traslado para ser inhumados donde ha dicho Pedro Sánchez es, según un tertuliano de En Casa de Herrero, el acto más democrático que se ha dado en España en los últimos años. En efecto, para este señor la decisión está avalada, y casi siempre por unanimidad, por el poder legislativo, el ejecutivo y, ahora, el judicial. ¡Bravo! Sólo le faltó decir a este periodista que los sabios historiadores, la universidad en pleno, las academias y, en fin, todas las agencias del saber de España, empezando por las que legitiman la ley de la memoria histórica, avalan el traslado del cadáver de Franco para que nos quedáramos tranquilos sobre la democrática medida. Falso. La coincidencia del poder, el derecho y el saber no es algo democrático sino, antes al contrario, el primer síntoma de que vivimos en una sociedad al borde del totalitarismo. Es el fin de la inquietud democrática, o sea, de la división de la sociedad civil en multitud de espacios públicos de acción. Totalitario, sí, es el régimen que ha borrado todos los signos de distinción entre poder, derecho y saber.

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