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Amando de Miguel

Añadidos y rectificaciones

Es de justicia que el valor de las pensiones se ajuste al incremento del coste de la vida, aunque esté mal calculado.

He publicado en Libertad Digital el obituario de Juan Linz y no voy a insistir en el magisterio de ese gran señor de la Sociología. Añado una nota sorprendente. Me llegan muchas llamadas de pésame (menos mal que no dicen "condolencias") por el fallecimiento de mi maestro, aunque yo solo sea un hijo intelectual. Reconocido quedo.

Manuela Mangas Enrique aclara definitivamente que la norma sobre la escritura del sino % es que se haga con un espacio de separación respecto a la cifra que antecede. Así, por ejemplo, se escribirá el "17 %" y no el "17%". Esa norma es de la RAE en 2010, que por tanto anula otra anterior. Se agradece la precisión. Por cierto, en el correo de doña Manuela los párrafos se separan con un espacio. La RAE dice que eso no debe hacerse. Creo que la forma de doña Manuela es la aconsejable. En el mundo en que estamos son tantos los textos de obligada lectura que se impone el descanso de los párrafos separados por un espacio. Así se hace en la prensa digital, aunque muchos libros sigan la ortodoxia, por ejemplo, el último mío.

Miguel Oriol se suma a mi queja de la ausencia de un gran monumento a Blas de Lezo en España. Por lo menos tendrían que haberlo hecho en Pasajes (Guipúzcoa), donde seguramente los chavales ignoran quién fue su ilustre antepasado. Compárese con el grandioso monumento a su equivalente inglés, Nelson, en la plaza de Trafalgar en Londres. Don Miguel añade que ese mismo desprecio público a la Historia se nota en la ausencia de monumentos a otros conquistadores de la gesta americana. Suscribo la protesta. Añado solo, como comparación, que en el lugar de la batalla de Gettysburg (Pennsylvania) se han erigido 300 monumentos a los distintos episodios heroicos de los dos bandos. Digo bien, trescientos. ¿Cuántos hay en los lugares donde se dieron las batallas de las Navas de Tolosa, Arapiles o Brunete?

Ignacio Frías advierte que en la fachada del edificio de la Diputación de Guipúzcoa figuran cinco bustos dedicados respectivamente a Elcano, Oquendo, Lezo, Legazpi y Urdaneta. Bien está lo que está bien.

Gabriel Ter-Sakarian Arambarri entiende que la manía de sustituir el verbo oír por el de escuchar no es un anglicismo, como yo decía. Aduce su experiencia como profesor de francés. Los alumnos españoles no acaban de comprender la diferencia entre ecouter (= escuchar) y entendre (= oír) porque no distinguen los dos verbos en castellano. Le doy la razón al vasco-armenio.

José Luis García Valdecantos opina del mismo modo: no se trata de ningún anglicismo ni galicismo. Simplemente, "escuchar" se hace más largo que "oír". Y añade: "Habría que insistir en que lo malo, si largo, dos veces malo".

Miguel Gortari (activísimo defensor de las personas inactivas) me envía un manifiesto en el que se protesta por la afrenta de que la cuantía de las pensiones vaya a subir menos que el coste de la vida. Es decir, que vayan a bajar en términos reales. Sospecho que en ese índice del coste de la vida no se incluye el coste del IBI o el de las medicinas. Son dos capítulos cada vez más gravosos en el presupuesto de muchos pensionistas. Pero lo fundamental es que la pensión significa una especie de devolución de lo que durante decenios han estado adelantando las personas ocupadas. Es de justicia, pues, que el valor de las pensiones se ajuste al incremento del coste de la vida, aunque esté mal calculado.

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