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Amando de Miguel

Contra la pandemia

Frente a los hechos, se impone la propaganda. En esto, el Gobierno ha llegado al cenit de la sabiduría política.

Hace un par de meses, después de la ordalía del confinamiento general, el Gobierno impuso el ucase de la "nueva normalidad". Era algo así como la "nueva política económica" de los soviéticos de antaño. Son eutrapelias que permiten a los gerifaltes seguir mandando.

El hecho de la "nueva normalidad" se desbarata porque en España empiezan a proliferar los brotes o rebrotes del condenado virus. Algo así como las setas en el otoño lluvioso. Primero fueron media docenica; ahora se acercan al millar. Se recuerda el chiste del pobre africano: el hombre no se sabía negro, era solo un lunar. Empieza a preocupar en España el municipio que se halla exento de brotes.

Mientras tanto, las homilías científicas del doctor Simón sirven de consuelo a los teleadictos afligidos. Ahora ha refinado el invento y ha dado en oficiar una conferencia de prensa en la que no se oyen las preguntas de los ocultos periodistas. Solo se percibe bien el audio del doctor Simón. Aun así, nos quedamos atónitos. El doctor Simón reconoce el "aparente incremento de contagios". Supongo que emplea el "aparente" en el sentido inglés de ‘evidente, notorio’, no el de ‘adecuado, aceptable o conveniente’. Esto es lo que tiene ser cosmopolita. También nos dice el galeno que los brotes no son, propiamente, una segunda ola de la pandemia en España, pues no ha llegado la "transmisión comunitaria". Ignoro lo que quiere decir. ¿Hay una transmisión no comunitaria? El incontinente doctor se felicita del "trabajo excelente en el control de los brotes". Lo que no explica es por qué, entonces, crece el número de brotes.

Lo más significativo de esta segunda ola de la epidemia en España es que afecta también a los jóvenes, y quién sabe si no se ampliará a los infantes. Dentro de unas semanas se abrirán los centros de enseñanza. ¿Acudirán los alumnos? ¿Qué sucederá si surgen brotes de la epidemia en algunos colegios o universidades?

Por si fuera poca cosa lo del virus de China, ahora en Sevilla se nos alarma con lo del virus del Nilo. Supongo que algún refitolero dirá que ese marbete es también xenófobo.

Después de seis meses de epidemia en España, las autoridades sanitarias decretan una nueva prohibición: fumar en la calle, en las terrazas. Bien, se eliminará el tabaco y todo el mundo irá enmascarado. Pero los contagios no remiten.

Mi intuición me dice que el secreto no está en la mascarilla o el tabaco, sino en el impulso gregario. Simplemente, a los españoles nos gusta estar próximos a otras personas; a poder ser, muchas. Esa es la principal razón por la que la incidencia del virus chino afecta, especialmente, a Cataluña, Madrid y País Vasco, las tres regiones más densas. Luego, se añaden multitudes ocasionales por todas partes: temporeros, botellones, inmigrantes ilegales, fiestas y reuniones de todo tipo.

Frente a los hechos, se impone la propaganda. En esto, el Gobierno ha llegado al cenit de la sabiduría política. Anoto estas declaraciones de los que mandan: "España goza del mejor sistema sanitario del mundo" (o uno de los mejores); "Hemos derrotado al virus" (con ocasión del final del estado de alarma, la primera ola); "Tenemos que convivir con el virus" (para justificar la temida apertura del curso escolar): "Los brotes están controlados" (aunque su número aumenta); "Los hospitales no están saturados" (ante la amenaza de la segunda o la tercera ola); "Por primera vez en nuestra democracia hemos decidido adoptar medidas coordinadas en materia de salud pública". Las ideologías son el sustituto de la realidad. Eso es lo que quiere decir propaganda.

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