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Amando de Miguel

El final de la tregua navideña

Sea cual fuere el cambalache de pactos que se hagan para formar un Gobierno, el resultado será la inestabilidad continua.

En las guerras antiguas (como en la Reconquista) existían amplios periodos de tregua que permitían a los ejércitos avituallarse. Por ejemplo, se paraba la lucha en los días del crudo invierno o para recoger las cosechas. Hoy somos menos sensibles a los ciclos de la naturaleza. Actualmente un equivalente de la tregua es el periodo navideño.

No me refiero a las guerras de verdad sino a las contiendas políticas. Los políticos y los periodistas también vacan y por tanto en las vacaciones se amortigua el ruido de la confrontación política. Todo el mundo parece estar contento y a la espera de lo que va a pasar en cuanto se reanude la actividad política.

Un suceso está en marcha y va a sorprender a los políticos. El auge de Podemos (el único ganador moral de las últimas elecciones, aunque con menos escaños de los que les vaticinaron) está politizando al personal, a sus seguidores y a sus detractores. Los políticos hablan de "pactos" y equivalentes, pero los contribuyentes (halagados como "ciudadanos y ciudadanas") se preocupan cada vez más de la cosa pública. No me digan que a los políticos les gusta ese renovado interés político de la gente. Mejor será que lo teman y se apresuren a cambiar de estilo de mandar.

De momento, los ánimos parecen calmos por la tregua navideña. Pero verán el torrente que nos va a inundar después de Reyes. Los líderes de los partidos, donde dijeron "digo", dirán "Diego". Naturalmente, lo harán en nombre del interés general y todos tan contentos. Antes de las elecciones era muy fácil decir que, si perdían, dimitirían. Nadie ha cumplido esa promesa.

Sea cual fuere el cambalache de pactos que se hagan para formar un Gobierno, el resultado será la inestabilidad continua. Puede incluso que sea buena para los contribuyentes, pero vamos hacia el desequilibrio como fórmula de gobierno. Los anarquistas y sus herederos se van a sentir felices.

Puede que un tiempo sin gobierno sea benéfico. Constituirá un experimento interesante resistir semanas y aun meses sin nuevas iniciativas legales o ejecutivas. El efecto más pernicioso será que disminuya el papel internacional de España, siempre tan modesto. "Somos un gran país", como dicen nuestros próceres, pero también "un pequeño Gobierno". Encima se nos va De Guindos, que es el que sabía inglés y no necesitaba intérpretes.

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