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Amando de Miguel

Júpiter tonante

La locución aparece ya cristalizada desde el latín. Se dice “Júpiter tonante”, porque Zeus se rodeaba de un aparato de truenos y relámpagos. Era la escenografía del poder celestial. La proximidad de “tonante” con “trueno” lleva a que, en numerosas ocasiones, las personas medianamente cultas digan “Júpiter tronante”, o, para el caso, cualquier otra deidad. Así va cambiando la lengua. Se produce una especie de ley de los vasos comunicantes por la que las sílabas más repetidas acaban engullendo a las más raras. Así, motu proprio, acaba siendo “de motu propio” que suena mejor, aunque ya no sea latín. Pero se parece al latín, que es lo que importa. Claro que, de acuerdo con esa ley evolutiva, la expresión antes mencionada puede acabar siendo “Júpiter tunante”. El “tunante” procede de Túnez como “pícaro” viene de la Picardía. A menudo los listos o aprovechados viajan desde lugares más o menos exóticos. De esa forma los indígenas quedan a salvo de posibles maledicencias.

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