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Amando de Miguel

La tontería de "una hora menos en Canarias"

Una de las muletillas más cansinas de la radio es la repetición incesante de la hora.

Una de las muletillas más cansinas de la radio es la repetición incesante de la hora que es en el punto de emisión. A veces se dice de una forma retorcida: "Faltan exactamente 23 minutos para las ocho; 23 minutos para las siete en Canarias". Supongo que se trata de algún tipo de obligación administrativa.

No me parece tan necesario el recuerdo continuo de la hora que es. Todo el mundo tiene reloj, teléfono móvil u horno microondas. Además, la hora exacta la podemos ver en muchos lugares públicos. Ha desaparecido la costumbre de mi infancia en la que los niños se acercaban a una persona mayor para preguntarle: "Por favor, ¿me puede decir la hora que es?".

Lo verdaderamente irritante es la repetición cansina, obsesiva, de que en Canarias es una hora menos. Se supone que es una hora menos que la que rige para la Península Ibérica sin Portugal, Baleares, Ceuta y Melilla. Ya es retorcimiento. ¿No sería más lógico que todos los territorios españoles se alojaran en el mismo huso horario? Nos añadiríamos al de Portugal, Marruecos, Francia y Reino Unido. Es la lógica geográfica.

Durante la II Guerra Mundial el Gobierno español decidió que la España peninsular (más Baleares, Ceuta y Melilla) tendría una hora más que Inglaterra. De ese modo nos acercábamos al horario de Berlín. Parece mentira que sigamos con una herencia tan disparatada. Los de la memoria histórica podrían arreglar esta cosa. Nadie saldría perjudicado.

Dado que la Historia se repite como farsa, imagino que la Generalidad de Cataluña decretará en cualquier momento que los países catalanes tienen una hora más que el resto del Estado (y dos más que en Canarias).

Más grave es que dos veces al año el Gobierno nos señala que los relojes deben atrasarse o adelantarse una hora, según sea la estación. El argumento inverosímil es con ello conseguimos más tiempo de luz y gastamos menos energía. Es el último ejemplo de los arbitristas de cuando la Monarquía absoluta. Lo único cierto es que es una verdadera lata, especialmente para los insomnes.

La explicación de todos esos caprichos sobre el horario está muy clara: el tiempo cronológico es lo más nuestro que tenemos los contribuyentes. Lo determina nuestra posición en la Tierra. El Gobierno ha descubierto que, si lo manipula, consigue meterse en nuestras vidas de la forma más artera y miserable que puede. Podría entretenerse mejor en bajar algunos impuestos, pero no caerá esa breva.

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