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Amando de Miguel

Libertarios refrescantes

Entramos de lleno en la canícula y los mensajes de los libertarios son de lo más refrescante.

Entramos de lleno en la canícula y los mensajes de los libertarios son de lo más refrescante. Resumo unos cuantos y doy mi opinión a mi aire. Roberto Tojo sostiene que la voz carajo procede de la jerga marinera. En los barcos de vela era una minúscula plataforma situada en lo alto del palo mayor, donde se situaba el vigía. Se utilizaba también como lugar de castigo para los marineros díscolos, y de ahí el sentido despectivo que tiene esa voz coloquial. No estoy de acuerdo. Desde tiempo inmemorial el carajo es simplemente el pene. Por eso es una palabra obscena, que se emplea también como exclamación simpática. Contamos también con los ñoñismos caray o caramba como exclamaciones. A través de ese uso los marinos dieron en llamar "carajo" a la plataforma del palo mayor. Algo parecido es el jardín, que en los barcos de vela era la letrina. Por eso decimos "meterse en un jardín".

Gonzalo Gago me pregunta si el eminente autor del mejor diccionario de Latín, Raimundo de Miguel, era pariente mío. No lo creo. Todos mis antepasados eran campesinos, aunque mi abuela Ángela se hizo maestra nacional. Lo que pasa es que considero a don Raimundo como mi abuelo intelectual.

Irene quiere saber qué significa madrigal, aparte de su sentido poético o musical. No se me alcanza. Creo que no tiene más significados que esos. No se sabe de dónde viene tan bonita palabra. Acaso se asocie a maternal.

Maribel Torbeck, tostándose en una playa murciana, se chapuza en el iPad (o como se diga) para enviarme un cariñoso mensaje y darme envidia. Se pregunta doña Maribel por qué decimos "ordenador" o "computadora". Computer fue la voz en inglés porque su función principal hace más de medio siglo era computar o calcular. Los franceses no se dejaron arrastrar por la moda inglesa y propusieron ordinateur, al considerar que ordenaba datos. Esa máquina maravillosa hace muchas más cosas que calcular u poner orden en los datos. En los años 60 se llamaba en España "cerebro electrónico". Acaso sea su mejor denominación. Es lo más parecido a un cerebro.

Chaim Lerner (argentino en Tel Aviv) se maravilla de esa expresión del politiqués de su tierra de nación: "Hay que dar más del 100 %". El bueno de don Chaim (supongo que es don Jaime) razona que "las matemáticas no mienten". Lo demuestra así. Siguiendo la tradición hebrea, da un significado numérico a cada letra del alfabeto. Así, A=1, B=2, C=3. La Z sería el 27. De esa forma se logra una transcripción numérica de las palabras. Por ejemplo, trabajar (= 21­+19+1+2+1+10+1+19 = 74%). Lameculos daría el 104%, corruptos el 153% y sinvergüenzas el 163%. Esas tres últimas palabras son las que equivalen a dar más del 100%. En efecto, las matemáticas no engañan.

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