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Amando de Miguel

¿Nuestros hermanos portugueses?

Es corriente que las personas cultas de Portugal se puedan comunicar en español. No se cumple el equivalente para los españoles.

Es un reflejo automático un tanto aburrido. En cuanto arriba oficialmente a Madrid un alto dignatario de Portugal se saca a relucir la vieja retórica. Es una operación de corta y pega, pues los discursos se leen. "Los portugueses no son solo nuestros vecinos sino nuestros hermanos". Así ha sido históricamente, pero se trata de una hermandad que no parece recíproca ni demasiado solidaria. ¿Será verdad que los pueblos ibéricos somos poco prácticos?

Es corriente que las personas cultas de Portugal se puedan comunicar en español. No se cumple el equivalente para los españoles, pues ignoramos el portugués. Nos salva un poco de la vergüenza el hecho de que el idioma portugués cuenta con más vocales que el castellano. No ocurre lo mismo con el vascuence, que también dispone de solo cinco vocales. Pero el portugués escrito se entiende muy bien en España por la común raíz latina.

No estaría mal que, en los mapas meteorológicos de la tele, se dibujaran también los datos que afectan al Portugal continental. La justificación menor de tal innovación, nada costosa, es que por esa parte occidental nos llegan los benéficos vientos ábregos que nos traen lluvia. En cambio, nuestros vecinos siempre han dicho que "de Castilla, malos vientos y malos casamientos". Razón tienen.

Últimamente proliferan cada vez más los incendios de los montes a uno y otro lado de la raya portuguesa. Es lógico, pues durante la última generación se ha ampliado mucho la masa forestal en ambos países, debido sobre todo al declive de la ganadería extensiva y el abandono de muchas tierras de labor. Se echa en falta una mayor coordinación entre los servicios de bomberos o de lucha contra incendios de uno y otro país. Es solo un ejemplo de la ausencia de cooperación entre los dos Estados, a pesar de la retórica al uso.

Entiendo que los olmos no están para pedir las peras de una necesaria Confederación Ibérica o algo por el estilo. Sigue siendo un ideal remoto desde hace más de un siglo. Por cierto, a los portugueses le suena mucho más el anhelo de la unidad ibérica. Nosotros andamos entretenidos ahora con posibles secesiones.

Sería de desear que en los planes de enseñanza bilingüe en España se incluyera con alguna frecuencia el idioma portugués, aunque solo fuera de forma testimonial. Ganaría mucho el Instituto Cervantes si se refundiera con el de Camoes para difundir con éxito los dos idiomas y su trasfondo cultural. Tampoco estaría de más que los organismos encargados de la política turística en ambos países coordinaran mejor sus esfuerzos. Llama la atención que, en los carteles y avisos para extranjeros que se fijan en España, prácticamente nunca se añada la versión en portugués.

Clama al cielo que en el esquema del tren de alta velocidad para la España peninsular (real y proyectado) siga ausente la hipotética línea Madrid-Lisboa. Con el agravante de que seguramente es la que cuenta con menos obstáculos orográficos. Es una forma de decir que Portugal queda aislado del resto de Europa a través de esa vía de comunicación. Por la misma razón, el gran puerto de contenedores para la mitad occidental de España tendría que ser el de Lisboa. Ignoro si los Gobiernos o las grandes empresas de ambos países han pensado todo eso. Desde luego, no se destaca en los discursos de bienvenida con que se agasaja en España a los dignatarios portugueses.

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