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Amando de Miguel

Una pavorosa ausencia de ideas

Las ideas son necesarias para el correcto funcionamiento del orden social, pero cada vez más vemos que se sustituyen por eslóganes bobos.

Es la que se observa en el panorama político español, y aun en el de otros países europeos (ahora se dice "de nuestro entorno"). Las ideas son necesarias para el correcto funcionamiento del orden social, pero cada vez más vemos que se sustituyen por eslóganes bobos, lugares comunes, titulares repetidos en los medios. La degradación se ve incluso en Francia, el país que tantos conceptos influyentes ha dado al mundo. No hay más que ver al tal Macron, el pimpante presidente de la República, sin ningún partido que lo respalde. En su lugar se ha inventado una especie de movimiento sobre la marcha, titulado precisamente En Marcha. Su aportación ideológica no va más allá de un retórico europeísmo que ya nada significa. Asegura que no es de izquierdas ni de derechas, una vieja afirmación típica de la derecha. En realidad, se trata de lo que por aquí hemos conocido como un tecnócrata, en su caso, un enarca (un egresado de la prestigiosa Escuela Nacional de Administración o ENA). Su eslogan es tan original como "libertad, igualdad y fraternidad".

En los Estados Unidos asistimos al espectáculo de las disparatadas ocurrencias que emite el presidente Trump día tras día. Todavía no ha propuesto la construcción de un puente gigantesco en el Estrecho de Bering. Sería una gran oportunidad para las empresas españolas, las que llevaron a cabo el nuevo Canal de Panamá. Acabaría simbólicamente con la guerra fría entre Rusia y los Estados Unidos. Naturalmente, sería el puente más largo del mundo. No tendría mucho tráfico, pero ese es asunto menor. ¿Será por dinero?

En casa tenemos la disputa permanente entre Susana, Pedro y Patxi para ver quién se apoltrona en el antiguo domicilio de Pablo Iglesias, el bueno. Tendría que haber sido un buen debate de ideas para ver de salvar al PSOE, pero entre los tres están consiguiendo su hundimiento. No es fácil recordar qué ideas aporta cada uno de los candidatos. Son del estilo de "hace falta unidad", "yo amo a mi partido", "sí es sí", "lo que importa es el diálogo" o "tenemos que ser una alternativa de Gobierno". La impresión general es que ninguno de los tres ha leído un libro. Lo cual puede ser positivo para ellos, pues así se acercan simbólicamente a la masa de sus hipotéticos votantes. Por cierto, cumplen los tres con la norma de la corrección política al dirigirse "a todos y a todas". Se agradecería que, por coherencia, dijeran también "militantes y militantas" o "los militantes y las militantes".

¿Por qué esa pavorosa ausencia de ideas en los líderes políticos? Porque lo que pretenden es mandar a toda costa. Les importa poco influir y mucho menos dejar una obra bien hecha. Por otro lado, en el caso español se trata de un reflejo de lo que sucede en el conjunto de la sociedad. No hay más que fijarse en las noticias que nos sirven los medios. Se refieren casi siempre a personas reconocibles, a poder ser con foto. Es una traslación de las noticias deportivas. En una comida entre amigos, la agradable conversación se resuelve asimismo con la continua referencia a otras personas que no se hallan presentes. Es raro que se hable de abstracciones, ideas, principios, valores. Todo eso parece que termina por aburrir. Incluso si alguien se atreve a discurrir por ese lado, siempre habrá otro comensal que recuerde la máxima tan española de "no hay que generalizar". He aquí un sabio consejo para no comprometerse, para no desgastar el pensamiento.

En los animados coloquios que siguen a las conferencias que a veces suelto tengo visto que las preguntas del respetable se orientan generalmente a su caso particular. Reina un extraño pudor para referirse a planteamientos generales. Puede que tal ejercicio del intelecto parezca pedante. En cambio, qué bonito queda referirse a lo que ocurre en su círculo familiar o de amigos, a ser posible con nombres concretos. Es el dichoso realismo de los españoles.

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