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Antonio Robles

Perdería Sánchez

¿Qué legitimidad tiene Sánchez para pedir la cabeza de Rajoy, cuando él preside un partido con no menos escándalos de corrupción?

Que no ande con melonadas. Si el problema de Sánchez para arrancar la abstención del PSOE es Mariano, éste podría eliminar a Pedro en un duelo en unas terceras elecciones. Se lo está poniendo en bandeja a Don Tancredo.

Dicen que las armas las carga el diablo. En este caso, un excesivo tactismo por parte de quien tanto depende de sobrevivir en política podría convertir las terceras elecciones que quiere forzar en un mano a mano donde definitivamente perdería él, después de convertir la política en una película de Gary Cooper. Más estúpida no podía ser la táctica, ni más bajo habría hecho caer a la política. Esto demuestra hasta qué punto Sánchez es un advenedizo, que en su empecinamiento por ponerse de puntillas está cayendo en un postureo mortal para sus intereses personales y de partido.

La ecuación es sencilla: Pedro Sánchez busca una salida digna para aparecer ante la oposición pública como el paladín contra la corrupción y para ocupar la jefatura de la oposición. Con la maniobra de borrar de la política a Mariano Rajoy. Como si la oposición estructural que padece el PP, y en general todos los partidos consolidados desde la Transición, consistiera en reducir la limpieza a uno de sus iconos. En ese error cayó ya Albert Rivera y ha tenido que envainársela. La de Mariano y la de Bárcenas. Para más inri.

¿Qué legitimidad tiene Sánchez para pedir la cabeza de Rajoy, cuando él preside un partido con no menos escándalos de corrupción y un volumen de dinero escamoteado mayor? ¿Qué legitimidad democrática tiene Sánchez o cualquier otro de los líderes perdedores en dos elecciones generales ante Mariano? Si ha de irse él, ¿no deberían irse también ellos? Otra cosa son sus responsabilidades jurídicas.

Sería loable que personas que han tenido responsabilidades políticas de máximo nivel durante tanto tiempo, como es el caso de Mariano Rajoy, pagaran su desidia. Al menos. ¿Pero sólo él? Hay una cultura de la corrupción, una manera de estar en el mundo que viene desde el Lazarillo y ha empapado toda la vida política y social de España. Eso no se arregla con la posturita de pedir la renuncia de Rajoy, sino de todos los cabecillas que nos han robado durante tantos años. Y eso se hace con nuevos modos y muchas reformas que pongan límite penal al saqueo. Y más pedagogía ejemplarizante. Más le valdría al PSOE unir esfuerzos con C´s en su pulso contra el inmovilismo del PP en su negociación contra la corrupción política. En ese mano a mano nos jugamos el porvenir de una forma de hacer política diferente.

Mientras tanto podemos seguir jugando al postureo para salvar el próximo bache en lugar de arreglar la carretera. Pero la jugada le puede costar muy cara al PSOE y la cabeza a Sánchez. Un simple juicio de Dios, un simple alegato de Rajoy al electorado para que dilucide en unas terceras elecciones quién debe marcharse, si él o Pedro Sánchez, habría logrado convertir las elecciones en un duelo a muerte, las habría reducido a un desafío de machos alfa liquidando al resto de candidatos y habrían devuelto el tablero electoral al punto de salida del bipartidismo.

Sin lugar a dudas, el órdago de Sánchez se hubiera convertido en su tumba, y de paso habría hecho el mayor favor al enemigo que quiere eliminar. Que no quepa duda, para pachorra, la de Rajoy. Más le valdría negociar puntos de su programa con el ganador de las elecciones en función de sus escaños y librarnos de unas terceras elecciones. Así de sencillo. Y que no se le ocurran más pendejadas como la de esperar de nuevo su turno para encamarse con Podemos e independentistas. Ni España ni los ciudadanos se lo perdonarían nunca.

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