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Armando Añel

Obama, el dato adicional

En el aire flota la sensación de que el representante por Illinois es el primer candidato de raza negra realmente presidenciable en la historia nacional, un toro que, tentativamente, el electorado debería tomar por los cuernos.

Los americanos –como se les conoce en gran parte de Hispanoamérica– se toman muy en serio su ideal de nación. Así, resulta sorprendente para muchos que tras los deslices del senador Barack Obama en este apartado –alguna frase desafortunada de su esposa y el fanatismo del reverendo Jeremías Wright planeando insistentemente sobre la campaña– aún consiga mantenerse a la cabeza de la carrera por la candidatura demócrata.

La relación de Obama con el reverendo parecía, desde todo punto de vista, imperdonable para el norteamericano promedio. Pero el norteamericano promedio tragó. La frase de la aspirante a Primera Dama, poco menos que insultante. Pero la aspirante a Primera Dama siguió adelante del brazo de su marido. No deja de resultar curioso que un considerable sector del electorado estadounidense traduzca estos deslices como las clásicas, e inevitables, manchas del sol; como insignificantes piedras en un camino que no puede sino desembocar en el despacho oval.

El innegable potencial escénico del precandidato demócrata, sus dotes de tribuno y estilista, casan perfectamente con la mecánica de la maquinaria mediática que desde hace ya varios meses yace a sus pies (internet, por ejemplo, ha tenido un protagonismo inédito en el contexto de unas primarias). Aquí no se sabe qué es primero, el huevo o la gallina. Adicionalmente, el país olfatea recesión y mucha gente cree que es hora de expulsar a los mercaderes lobbistas del templo de la alta política norteamericana, cosa que ha prometido hacer el senador.

Por otro lado, el "fenómeno Obama" materializa un criterio en expansión en Estados Unidos –aunque en la práctica pocos se refieran directamente a él–, según el cual un presidente negro auparía al país al Olimpo de lo políticamente correcto. En definitiva, en el aire flota la sensación de que el representante por Illinois es el primer candidato de raza negra realmente presidenciable en la historia nacional, un toro que, tentativamente, el electorado debería tomar por los cuernos. Incluso, las encuestas señalan que en noviembre muchos votantes republicanos podrían decantarse por el demócrata.

Probablemente, Barack Obama no sería un buen presidente. El ejercicio efectivo del poder va mucho más allá del ejercicio efectivo del lenguaje y las maneras. Pero el sismo histórico que implicaría su investidura, el descalabro discursivo que para el antiamericanismo al uso representa el arribo a la Casa Blanca de un miembro de la minoría negra, constituye un dato adicional a tener en cuenta. Un dato cuya importancia –creen algunos, aunque no lo admitan– podría amortiguar cuatro años de Gobierno errático.

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