Menú
Carmelo Jordá

De ladrones y bicicletas

Todas las mierdas ecologistas que nos embuten están pensadas para una élite a la que no le molestan demasiado y que, sobre todo, puede permitirse pagarlas.

Todas las mierdas ecologistas que nos embuten están pensadas para una élite a la que no le molestan demasiado y que, sobre todo, puede permitirse pagarlas.
Imagen de la manifestación convocada por la plataforma Respira Madrid, el pasado domingo, para reclamar el mantenimiento del área de bajas emisiones Madrid Central. | EFE

Con la gasolina en máximos históricos –y el Estado cobrando auténticas billonadas en impuestos gracias a ello–, el Ministerio de Transporte ha iniciado una campaña publicitaria para convencernos de que ir al trabajo en bicicleta es maravilloso. Supongo que esta es una de las "cosas chulísimas" que hace el Gobierno y que este país tan desconsiderado, lleno de cayetanos y fachas, ni siquiera le agradece: está claro que no nos los merecemos.

A mí esto de la bicicleta siempre me ha hecho mucha gracia, la verdad. Lo primero es esta manía tan progre de decirnos cómo tenemos que hacer cualquier cosa en nuestra vida diaria: ir al trabajo, beber, comer, comprar, viajar… Ni la Santa Madre Iglesia en sus peores momentos se atrevía al nivel de intrusismo en la vida privada al que llega esta gentuza: para hacer algo parecido, Moisés tendría que haber bajado del monte Sinaí unas Tablas de la Ley con no menos de cuatrocientos mandamientos.

Lo segundo que me llama la atención es lo profundamente elitista que es este tema, como lo es la mayor parte de la matraca ecologista que tenemos que sufrir a diario. Por supuesto, el progre pijo que vive y trabaja en el centro de la gran ciudad irá a la oficina en bicicleta o a pie sin el menor problema, en cambio el obrero de clase media-baja que vive en una ciudad dormitorio a treinta kilómetros porque no puede pagarse el loft en Malasaña pues igual lo tiene más complicado. Lo mismo que la gente de campo que entra a las seis de la mañana en una fábrica a media hora de trayecto de su pueblo, que si te descuidas los muy fachas tampoco encuentran excesivamente atractivo convertir treinta minutos de coche en dos horas de pedalear de noche y, según la zona, con temperaturas bajo cero buena parte del año.

Sí, todas las mierdas ecologistas que nos embuten están pensadas para una élite a la que no le molestan demasiado y que, sobre todo, puede permitirse pagarlas, como los coches de 70.000 euros que tienen etiqueta cero emisiones para aparcar en cualquier calle de Madrid, aunque su motor eléctrico sea una castaña que se agota enseguida y en la práctica circulen con el de gasolina contaminando como campeones.

Pero volviendo al asunto de las bicicletas, lo verdaderamente indignante es descubrir que la mamarrachada esta de campaña es parte de una Estrategia Estatal por la Bicicleta que tiene un presupuesto de 3.000 MILLONES DE EUROS. Repetiré la cifra porque igual se creen ustedes que me equivocado o hay una errata: 3.000 MILLONES DE EUROS para enseñarnos lo bonito, ecológico y chulísimo que es usar la bicicleta. Sí, en eso se gastan nuestros impuestos esta pandilla de atracadores de guante blanco, para eso nos expolian el fruto del trabajo, los ahorros y lo que podamos dejar de herencia a nuestros hijos.

Así que cuando los atracadores de la Agencia Tributaria les estén sacando hasta los higadillos y les digan que tienen que ser solidarios porque con ese dinero se pagan los hospitales y la educación, no dejen de recordarles que no, que muchos miles de millones se van a las chorradas de Irene Montero, otros muchos miles de millones son para promocionar la bicicleta y muchísimos miles de millones se van en pagar chiringuitos, enchufados, cargos de libre designación y sindicalistas. Y de paso no dejen de recordarles tampoco a sus venerables madres, todas ellas unas santas y bellísimas personas, pero que han tenido la mala suerte de parir a una caterva de auténticos ladrones hijos de puta.

En España

    0
    comentarios