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Carmelo Jordá

Entre el bombero torero y el bombero pirómano

A este paso a España, esta vez sí, no la va a conocer ni la madre que la parió.

A este paso a España, esta vez sí, no la va a conocer ni la madre que la parió.
Pedro Sánchez y, detrás, Iván Redondo. | EFE

El Gobierno ha trazado una estrategia para rebajar la tensión que el propio Gobierno había generado con Felipe VI. Nos lo cuenta Ketty Garat y hay que reconocer que no falta nada: actos, encuentros, viajes y, en un rasgo de generosidad infinita, hasta dejarán al monarca subirse en el Falcon que entre todos le pagamos a Su Persona. Impresionante la grandeza de Sánchez tratando al Rey como si fuera su igual, ya me entienden ustedes.

Yo creo que en los dos años largos que llevamos sufriendo a Pedro Sánchez como presidente todavía no hemos aprendido a valorar el tremendo esfuerzo que hace Su Persona para gobernar un poquito entre el tiempo que dedica a provocar tensiones y el tiempo que tiene que dedicar a aliviarlas.

Es el manual estratégico del redondismo, está claro, pero a mí me provocaría un estrés importante: provocas tensión con el Rey esta semana y la relajas la que viene, cabreas hoy a los fiscales y mañana les contentas, irritas el lunes a las autonomías y el viernes haces algo para que se les pase el mohín.

En ocasiones es al revés: parece que haces las paces con la Comunidad de Madrid pero en realidad lo único que buscas es despistar para que la hostia de tres días después les pille desprevenidos… y mientras tanto se van llenando las primeras planas y los telediarios.

Eso sí, si has dado un golpe de Estado, has apoyado y sigues homenajeando a los que metían tiros en la nuca o desprecias muy vivamente a España, en ese caso todo es distensión, masaje y, a poco que nos descuidemos, incluso te hacen un pajilla en forma de regalito presupuestario, que para ese sector no falta el cariño ni el dinero.

En estas, es normal que al Gobierno le quede muy poco tiempo para gobernar: está muy ocupado pergeñando y poniendo en práctica complicadas operaciones de marketing político que un día le hace parecer el bombero torero dentro del camarote de los Hermanos Marx y al otro el bombero pirómano apagando los incendios que él mismo ha iniciado y a los que Garzón o Iglesias han echado gasolina muy a su sabor, como decía Cervantes.

En un tiempo normal, esto sería un desastre que llevaría al país a una crisis sin precedentes, en esta época de pandemia y con una cuadrilla de irresponsables e inmorales agarrados como lapas al poder nos llevará al desastre absoluto. A este paso a España, esta vez sí, no la va a conocer ni la madre que la parió… cuando vaya al depósito a ver el cadáver.

Pero, eso sí, mientras acabamos de hundirnos algunos estarán de lo más satisfechos con su capacidad como grandes maestros del ajedrez del marketing político, confundiendo la política con la propaganda y con una imagen de sí mismos que al mismísimo Onán le daría pudor y hasta vergüenza ajena. Oh, los estrategas.

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