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Carmelo Jordá

¿Regeneración o ejército de Pancho Villa?

Vamos a ver: ¿no estamos ante una situación excepcional?, ¿no hay que cambiar un régimen?, ¿no caminamos con paso resuelto hacia el desastre absoluto?

Vamos a ver: ¿no estamos ante una situación excepcional?, ¿no hay que cambiar un régimen?, ¿no caminamos con paso resuelto hacia el desastre absoluto?

Aunque muchos lo critican como si fuese algo terrible, democracias muy serias replican un esquema bipartidista o semi-bipartidista. Pienso en países a los que no es fácil darles lecciones en este terreno, como Estados Unidos, con sus demócratas y sus republicanos, o el Reino Unido, en el que rara vez los liberales son algo más que espectadores de lujo de la pugna entre laboristas y conservadores.

No es que ese bipartidismo sea un esquema perfecto, pero es útil y puede ser la base de un sistema con la participación suficiente y un alto grado de eficacia, además de muy estable institucionalmente.

España venía teniendo un esquema aproximadamente bipartidista, distorsionado por las ventajas que los nacionalistas sacan del sistema electoral y con el PCE primero e IU después como moscas cojoneras extremistas. Sin embargo, en los últimos años de crisis esto ha cambiado y en las próximas elecciones europeas asistiremos a una novedad poco menos que inaudita: un votante de izquierdas podrá votar tranquilamente a tres o cuatro partidos –PSOE, IU, UPyD, y si es muy moderado los Ciudadanos de Rivera– y uno de derechas tendrá la posibilidad de depositar una convencida papeleta de tres opciones distintas, pues podrá elegir entre PP, Vox y, de nuevo, un Movimiento Ciudadano que no se ha definido todavía mucho y pesca de ambos lados.

El que estas nuevas opciones aparezcan durante la descomunal crisis que vivimos como nación y como sociedad no es casual: si los dos grandes partidos hubieran cumplido con su deber, está claro que no habría espacio ni necesidad de UPyD, Ciudadanos o Vox.

De hecho, sus propios dirigentes y promotores nos hablan constantemente de esa situación excepcional que da sentido a su existencia, y los tres proponen, cada uno desde su particular punto de vista, medidas regeneradoras de gran calado.

Sin embargo, llega la hora de unas elecciones y cada una de estas alternativas hace la guerra por su cuenta. Vamos a ver, señores: ¿no estamos ante una situación excepcional?, ¿no hay que cambiar un régimen?, ¿no caminamos con paso resuelto hacia el desastre absoluto?

Yo, desde luego, creo que sí, que la situación es gravísima y que a día de hoy ni PP ni PSOE –ni, desde luego, IU, claro– son capaces de solucionarla. Pero si los grandes no lo van a hacer tampoco lo hará un frente regeneracionista que parezca el ejército de Pancho Villa.

Si UPyD, Ciudadanos y Vox no son capaces de unir sus fuerzas, tendremos que pensar que o bien ellos mismos no se creen que estamos ante una situación límite o bien se lo creen, sí, pero en lugar de solucionarla lo que pretenden es pescar en su propio beneficio en el río revuelto.

Si no son capaces de ir juntos a estas elecciones y dar un buen susto a los que quieren que todo siga igual, no merecen mi voto, o al menos no lo merecen los que, por un ridículo y erróneo cálculo electoral, se nieguen a esa alianza.

(Fotografía: fernandocozar.com)

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